domingo, 23 de febrero de 2014

Volver a la adolescencia

A quién no le gustaría retornar a esa época en la que forjamos nuestra personalidad y vivimos libres de preocupaciones? Averiguar las últimas conquistas de nuestros ídolos, conseguir dinero para comprarnos las zapatillas de moda o descubrir por quién está el chico popular de la clase no cuentan como tales. Obviando nuestro aspecto físico y la forma de vestir de aquella época (aspectos de los que solemos avergonzarnos), lo que más me gusta de la adolescencia es la intensidad con la que vivimos, haciendo grandes los pequeños momentos, convirtiendo en único cada instante. A eso me niego a renunciar hoy y siempre.

Como ya os habréis percatado mis fieles lectores, y a los no tan fieles os lo rebelo ahora, cuando escribo me gusta inspirarme en la vida cotidiana. Inventar es fácil, pero más fácil aun es contar cómo circunstancias reales nos hacen sentir. Se trata simplemente de abrir nuestro corazón y dejar fluir las palabras. Quién se atreve a intentarlo? Me ofrezco voluntaria.

No hay nada mejor que asistir a un concierto de nuestros ídolos adolescentes para descubrir qué cosas permanecen en nuestro carácter a pesar de lo que cambiamos con el paso del tiempo. Mientras esperamos en la cola, nos olvidamos de si hace frío o calor. Pasamos hambre y sed; nada importa más que ver por fin a aquellos a los que admiramos. No sentimos dolor, la adrenalina que liberamos nos hace inmunes y nos sentimos invencibles. Confraternizamos con las personas que hay a nuestro alrededor, sin importar que acabemos de conocerlos. No tenemos miedo a gritar de emoción ni a llorar de felicidad, no tememos al ridículo.

Teniendo en cuenta todo esto, yo me pregunto... Existe algo mejor que el "fenómeno fan"? Cuando nos olvidamos de lo que piensan los demás, somos libres para vivir intensamente. Y cuando la vergüenza desaparece, podemos ser nosotros mismos.

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