lunes, 29 de diciembre de 2014

Esos años en los que sufrí inútilmente

A pesar de lo catastrofista que pueda parecer el título de este post, lo que pretendo hacer en adelante es un alegato a favor del aprendizaje y el crecimiento personal y en contra del drama y el victimismo. A través de experiencias personales, quiero mostraros como descubrí lo que los psicólogos denominan "inutilidad del sufrimiento"; en términos de amistad y amor. He de matizar algo y es que en este caso, el sufrimiento no fue completamente "useless", sino una vía para alcanzar importantes conocimientos, sobre las personas en general y sobre mí misma, en particular. En ocasiones, la gente me pregunta de dónde nace mi positividad y quizás esta sea la respuesta, pues en ambos momentos, experimenté en mi propia piel qué es la resiliencia.

Cuando ella y yo nos separamos al empezar la universidad, mi mundo se rompió en mil pedazos. Después de quince años siendo mi mejor amiga, nunca creí que, de repente, fuese a desaparecer de mi vida. No fue algo que ocurriese de la noche a la mañana (a causa de una discusión), simplemente que nuestra relación se fue enfriando y, de "ser uña y carne", pasamos a convertirnos en completas desconocidas. Ya no nos llamábamos por teléfono, apenas nos veíamos y cuando eso sucedía casi no teníamos de qué hablar (a pesar de lo mucho que nuestra vida estaba cambiando en esos años). Nuestras diferencias, las que por tanto tiempo nos habían hecho inseparables, acabaron por crear un abismo insalvable entre nosotras. Durante años, me sentí perdida en su ausencia, lloré por las noches, me cuestioné haber hecho algo mal (algo que la hubiese herido), nunca entendí porqué ella sacaba tiempo para los demás y no para mí; hasta que un buen día, se me agotaron las lágrimas.
Comprendí que "la amistad es cosa de dos", que por mucho que pongamos de nuestra parte, si el otro no responde, imposible es hacer que funcione. Comprendí también que las prioridades de las personas cambian, que es posible que quien nos prometió una eternidad juntos luego no la desee y que ya no tengamos hueco en su "nueva" vida. Ella era "mi dios", yo, la idolatraba pero ella, no me correspondía. El tiempo me enseñó que mi vida seguía a pesar de no tenerla, cada vez dolía menos, un arduo camino hacia la indiferencia.

Cuando él y yo nos conocimos, mi mundo se paró de repente, se puso "patas p'arriba". En veintitres años, nunca me había sucedido nada parecido; por aquel entonces, yo creía que nunca me pasaría. Aconteció de la noche a la mañana y sin saber porqué, de un desconocido pasé a estar enamorada. Lo llamaba por teléfono, casi nunca respondía; apenas nos veíamos y cuando eso sucedía él siempre tenía prisa por marcharse. Nuestras diferencias, las que tanto me atraían, acabaron por convertirse en una obsesión; yo lo único que quería es que me diese la oportunidad de conocerlo. Durante años, me sentí vacía en su ausencia, lloré por las noches, me cuestioné mi forma de ser, nunca entendí porqué no fue "cruel" conmigo como así yo se lo pedía; hasta que un buen día, se me agotaron las lágrimas.
Comprendí que "el amor no puede controlarse", que por mucho que queramos evitarlo, aparece y nos hace vulnerables. Comprendí también que hombres y mujeres buscamos cosas distintas, que hay personas que no nos quieren en su vida pero no tienen el valor de decírnoslo abiertamente. Él era "mi dios", yo lo idolatraba pero él no me correspondía. El tiempo me enseñó que mi vida seguía a pesar de no tenerlo, cada vez dolía menos, aunque el corazón aún me da un vuelco cuando lo veo.

A pesar de lo que sufrí por estas dos personas, les estoy profundamente agradecida; sinceramente, lo digo, pues soy consciente de que nunca quisieron hacerme daño. Ellos me enseñaron una valiosa lección y es que, en la vida, "nadie es imprescindible", lo absurdo que es pensar "no puedo vivir sin él/ella". Ellos me descubrieron la fortaleza que había en mi interior, me hicieron crecer como persona. Desde entonces, empecé a "economizar" mis lágrimas, derramándolas solo por aquellos que de verdad me quieren, por las personas a las que les importo y que me importan. Gracias a ellos, aprendí a valorar la amistad y el amor verdaderos. Ya solo por eso y, aunque no formen parte de mi vida, siempre tendrán mis mejores deseos.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Hay dos clases de personas

Así, reza uno de los cortos más conmovedores que he visto últimamente, protagonizado por Miguel Ángel Muñoz y Manuela Vellés y que, por cierto, os recomiendo. Si bien en este post, no voy a hablar de amor, el título del mismo me sirve para introducir el tema de hoy. Y es que, de acuerdo con la psicóloga María Jesús Álava Reyes, el mundo, se divide en dos tipos de personas: "secantes" y "cascabeles". Descubramos cuales son las características de unos y otros, las dos caras del imán, el porqué huimos de ciertas personas y nos arrimamos a otras.

Por un lado, están las personas "secantes" que absorben toda la energía que hay a su alrededor; algunos los conocen como "vampiros emocionales". Estas personas siempre se están quejando y compadeciendo, lamentándose de su mala suerte. El suyo es el peor trabajo del mundo, su vida la más complicada y sus problemas los más importantes. Estas personas no se alegran por la dicha ajena, más bien al contrario, les fastidia que otros sean felices. Acaban por agotar a sus allegados y terminan produciendo un rechazo generalizado, llegando incluso a quedarse solos. Hablando de imanes, estas personas desencadenan un "efecto repulsión". 

Por otro lado, están las personas "cascabeles" que siempre parecen estar de buen humor, desprenden energía positiva y son paradigmas de felicidad. Estas personas se sienten increíblemente agradecidas por lo que tienen y no les preocupa lo que les falta. Saben como relativizar los problemas, son conscientes de que los suyos no son los peores. Estas personas se alegran enormemente por la dicha ajena; llegando incluso esta, a hacerles más felices que la propia. Sus allegados desean en todo momento tenerlas cerca y son aceptadas de forma inmediata por los desconocidos, estando siempre rodeadas de gente. Hablando de imanes, estas personas desencadenan un "efecto atracción".

Lo que ocurre con las emociones humanas es que son increíblemente contagiosas; la alegría como la tristeza se transmiten con gran facilidad. Pero mientras la primera es salud para las personas, la segunda es un debilitador nato que, prolongado en el tiempo, mina nuestras fuerzas y nos hace inseguros y vulnerables. Las dos clases de personas están "acostumbradas" a vivir con su forma de ser, o bien se resignan o disfrutan de sí mismos. Lo duro es cuando se produce una transformación que convierte al ser más alegre en el más desdichado. En sentido inverso, la transformación no es un problema, sino una suerte inmensa. Y aunque para muchos parezca imposible experimentarla, no lo es. Con la mediación del "mindfullness", todo se puede lograr.

 Cortometraje "Hay dos clases de personas"

jueves, 25 de diciembre de 2014

Ollos verdes son traidores...

"Azules son mentireiros, e os negros e acastañados son firmes e verdadeiros". Al ritmo de este cántico, los niños de ojos claros del colegio Curros Enríquez de Ourense, sufrimos "bullying" en primaria (por supuesto, en el sentido más liviano del término). Recuerdo como el resto de la clase, nos arrinconaba en una esquina y nos señalaba con dedo acusador mientras entonaba la famosa estrofa. Cuantas veces lamenté que don José María nos enseñase la dichosa canción. "Lembranzas" de la tierna infancia.

Como todos sabemos, "los ojos son el espejo del alma", pudiendo servir para apoyar o negar lo que decimos con palabras. Los ojos nos permiten expresar sensaciones que nacen del corazón y se proyectan directamente a través de la mirada; cosas que verbalmente, somos incapaces de explicar. A propósito de ello, he leido un artículo muy interesante que habla sobre qué transmite nuestro color de ojos, en términos de confianza, salud o atractivo. He aquí algunos datos curiosos.

En líneas generales, las personas con ojos marrones inspiran mayor confianza que aquellos con ojos azules; aunque esta cuestión tiene que ver también con la fisonomía del rostro, no solo con el tono de ojos. Una de las explicaciones que barajan los científicos para explicar este comportamiento se remonta a los inicios de la humanidad, cuando hace más de seis mil años, apareció un individuo con una mutación genética extraña, un antecesor común a las personas de ojos claros. Investigadores australianos, por su parte, han demostrado que las personas de ojos claros son consideradas como "menos agradables" y más competitivas.

En lo conciernente a la salud, las personas de ojos claros son más propensas a padecer enfermedades de la piel como el vitíligo o trastornos de la visión como la miopía. Sin embargo, ven mejor en la oscuridad que aquellos con ojos oscuros, lo que podría relacionarse con el elevado porcentaje de personas de ojos claros en los países nórdicos, donde hay menos horas de luz. Si bien los ojos claros reflejan la luz de las estrellas y la luna, los marrones son más resistentes a los rayos solares y, por tanto, más frecuentes a medida que nos acercamos al Ecuador.

Con respecto al atractivo de unos y otros, dependerá de donde nos encontremos; lo que está claro es que lo diferente (y lo menos frecuente) es lo que atrae nuestra atención. En los países nórdicos, donde predominan los ojos claros (y la tez blanca), son los marrones los que resultan más exóticos (y la piel bronceada de los "latin lovers"). Por el contrario, en los países mediterráneos, donde lo más común son los ojos oscuros, los claros suelen marcar la diferencia, obnubilando al personal.

Realmente, es una cuestión de gustos. Yo, por ejemplo, me quedo con la mezcla "ojos verdes y piel aceituna". Os presento a Omar Borkan, para mí el hombre más atractivo que he visto nunca. Expulsado de Arabia Saudita, por ser "demasiado guapo". Ejem, ahí lo dejo.


 

lunes, 22 de diciembre de 2014

Bienaventurados los barbudos

Más o menos cuidada, los "hippies", "perroflautas" y demás "homeless" siempre la han llevado. Ahora, los "hipsters", han vuelto a ponerla de moda, con ese estilo suyo tan cuidado como desaliñado. Lo que está claro es que la barba es tendencia entre los hombres de hoy en día. Yo, siempre he sido una fiel defensora pues, en mi opinión, acarrea increíbles ventajas a quienes la llevan: olvidarse del afeitado diario (y ahorrar en cremas y "After Shave"), adquirir un halo filosófico-intelectual (al acariciarla pensativos) o, en mi experiencia, resultar más atractivos a las mujeres (salvo a las abuelas, que dirán algo así como "neno, xa vai sendo hora de que te afeites").

Pues bien, he estado investigando sobre el tema y he averiguado que existen cinco razones psicológicas por las que los hombres llevan barba. En primer lugar, la barba es un indicador de estatus social, una señal de respeto y poder. A propósito de ello, se han realizado estudios, por ejemplo, en el ámbito universitario, donde el número de barbudos aumenta sustancialmente al ascender en la jerarquía académica. De esta forma, entre el profesorado adjunto hay más hombres con barba que entre los doctorandos pero menos que entre los catedráticos. Lo dicho, la barba da solemnidad.

La barba es también un signo de fortaleza y agresividad. Este es un hecho contrastado en experiencias donde se mostraron a personas de ambos sexos, rostros de hombres con barba y afeitados, siendo los barbudos juzgados como más fuertes y agresivos, al tiempo que más masculinos. La barba es, como todos sabemos, una señal de madurez (algo especialmente importante en la adolescencia). En líneas generales, el vello facial hace que los demás perciban a la persona mayor de lo que es; de media, se le echarán mínimo dos años más.

Más sorprendente si cabe, son los estudios de biólogos evolucionistas que afirman que llevar barba era antiguamente un modo de demostrar buen estado de salud. Esto se debe a que el vello facial constituía un excepcional "caldo de cultivo" para las infecciones; en este contexto, llevar barba era una forma de demostrar la fortaleza del sistema inmunitario. Asimismo, la barba es un símbolo de confianza, una señal de competitividad masculina. Esto es así porque, al igual que el pelo largo, es uno de los hándicaps a la hora de enfrentarse físicamente a otros, siendo fácil neutralizar al enemigo tirándole del pelo (por eso, esta técnica se da con mayor frecuencia en las mujeres). La barba es pues una señal de autoconfianza en las habilidades belicosas del sujeto.  

Queriendo ser objetiva, he de deciros que en lo que respecta al atractivo de los hombres con barba, los resultados no son 100% concluyentes. Mientras que la ciencia apunta a que las mujeres prefieren a los hombres afeitados (Beards augment perceptions of men's age, social status, and aggressiveness, but not attractiveness), observaciones propias me llevan a pensar lo contrario. A la hora de valorar los resultados de este estudio, se hace necesario considerar en qué fase del ciclo menstrual se encontraban las encuestadas; ya que este es un factor decisivo a la hora de ponderar el atractivo masculino (en base a ello, se manifiesta rechazo o atracción por signos de virilidad como la barba). Supongo que, como todo, es una cuestión de gustos.


lunes, 15 de diciembre de 2014

Las arpías no son ellas, sino ellos

Una de las claves del periodismo es elegir concienzudamente los titulares, pues es el título de un artículo el que incita al lector a leerlo o bien lo disuade de ello. A mí me ha pasado con este que comparto hoy. Si bien no es original, no lo he inventado yo; lo he leido en la web de Ciencia Xplora y ha captado mi atención. Una buena forma de introducir un curioso estudio de comportamiento llevado a cabo con adolescentes estadounidenses, de conclusiones cuanto menos sorprendentes.

A pesar de ser las chicas las que tienen fama de calculadoras ("chicas malas"), los resultados de este estudio rebelan que son los chicos quienes difunden más rumores falsos, al menos en el instituto. Son ellos, y no ellas, los que se valen, en mayor medida, de métodos poco ortodoxos como la mentira, la marginación y el chantaje para manipular a sus compañeros. Las chicas, en cambio, eran mayoría a la hora de declararse víctimas; todo hay que decirlo; pues a ellas, en general, les gusta el victimismo.

La lectura de este estudio me ha traido a la mente un tema que siempre me ha preocupado, en el cual llevo meses indagando; preguntando tanto a chicos como a chicas. En lo relativo a las relaciones personales, concretamente en materia de intimidades... Quienes comparten más información con sus congéneres, esto es, amigos o amigas? En qué términos se refieren unos y otras a sus ligues? De qué manera "cuentan" a sus colegas hombres y mujeres sus aventuras amorosas? Una batalla más en lo que concierne a la guerra de sexos.

Lo cierto es que he encontrado bastante unanimidad al respecto; hombres y mujeres están de acuerdo. En primer lugar, son las mujeres las que más datos (escabrosos me refiero) comparten con sus amigas; ellos, normalmente, se los reservan. Mientras que las chicas suelen relatar hechos 100% reales, los chicos tienen tendencia a "aderezarlos" con fantasías. En lo referente a experiencias fallidas, ellas las gestionan con naturalidad; ellos, en cambio, las niegan o estigmatizan. En cuanto a la forma de referirse al sexo contrario, los hombres suelen ser menos respetuosos que las mujeres delante de sus amigos (por el efecto manada, lo de "hacerse los machos"). Siempre que no se trate de sus parejas; en cuyo caso, se comportan como auténticos caballeros. 

viernes, 12 de diciembre de 2014

El Alquimista

Libros los hay de muchos tipos; algunos los recordamos pasado el tiempo, otros los olvidamos. Unos nos hacen reir y otros llorar; algunos nos mantienen en vilo de madrugada y otros, simplemente no nos dejan dormir (porque nos invitan a pensar). Hay libros que hacen que nos cuestionemos el mundo en el que vivimos, nos convencen de que la vida tiene sentido y nos empujan a luchar por nuestros sueños. Así son los libros de Paulo Coelho, un escritor que ha cambiado la vida de muchas personas; la mía, en particular. Hablemos hoy de su obra más conocida, "El Alquimista".

Cuando en un libro, encuentro una cita que me gusta, doblo esa página y luego, la apunto (para por ejemplo, introducir alguno de mis post). En este caso, he decidido no hacerlo pues cada página contiene como mínimo una docena de frases para el recuerdo (y no quise estropear la increíble edición que estaba leyendo). "El Alquimista" es un libro que nos proporciona todas las pistas que necesitamos para encontrarnos a nosotros mismos, nos ayuda a clarificar "qué buscamos en la vida" y nos incita a no renunciar nunca a ello, sirviéndonos del Amor (con mayúsculas) en el proceso. Aunque no precisa publicidad, quiero compartir con vosotros algunas de sus enseñanzas para animaros a leerlo. 

Una de las primeras cosas que me ha enseñado "El Alquimista" es que debemos prestar atención a nuestros sueños; ya que es en ellos, donde se manifiesta nuestro subconsciente, donde se materializa lo que "realmente" queremos. Para alcanzar aquello con lo que soñamos, tenemos que desprendernos muchas veces de nuestras posesiones, abandonar la comodidad en la que vivimos y partir en busca de lo desconocido (dejar lo seguro por lo incierto). Abrir bien los ojos para reconocer a aquellas personas que contribuyen a nuestra búsqueda (nuestros alquimistas), cuya aparición por cierto, nunca es casual. Tomar consciencia de que la riqueza está en las cosas simples; y que valorar lo que tenemos cerca, sólo es posible yendo lejos (escuchando siempre a nuestro corazón; pues acallarlo es lo que nos conduce a la infelicidad). En todo caso, la clave del éxito es permanecer atentos a las señales que la vida nos da y tener presente lo siguiente; "todo lo que sucede una vez puede que no suceda nunca más. Pero todo lo que sucede dos veces, sucederá, ciertamente, una tercera"; no lo digo yo, lo dice el alquimista; yo, lo secundo.

Por último y no menos importante, cabe destacar el papel del amor, que si bien nos inspira, también nos desorienta y en ocasiones, nos hace perder el rumbo. El amor puede impulsarnos a perseguir nuestros sueños o coartarlos si no es verdadero. Cito ahora un fragmento del libro, "el amor nunca impide a un hombre seguir su Leyenda personal. Cuando esto sucede es porque no era el verdadero Amor, aquel que habla el Lenguaje del Mundo". El tiempo y la distancia ponen a prueba el amor; "si lo que tú has encontrado está formado por materia pura, jamás se pudrirá. Y tú podrás volver un día. Si fue solo un momento de luz, como la explosión de una estrella, entonces no encontrarás nada cuando regreses. Pero habrás visto una explosión de luz. Y esto sólo ya habrá valido la pena"; no lo digo yo, lo dice el alquimista; yo, lo secundo.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Ellas los prefieren graciosos

Creen los hombres que tal afirmación no es más que un mito. Yo, como buena gallega, digo “depende”. Cuando hablamos de encuentros puntuales, las mujeres al igual que los hombres, dan prioridad al físico frente al carácter; de hipócritas es negarlo. Cuando hablamos de relaciones, en cambio, las mujeres a diferencia de los hombres, consideran que la simpatía, el hecho de que “las hagan reír”, es lo más importante. Científicos de la universidad de Maryland (EE.UU.) han desvelado el porqué.

Para empezar, la risa se manifiesta de forma sustancialmente distinta en los dos sexos. Las mujeres ríen, en general, un 126% más que los hombres. Lo curioso es que lo hacen en mayor medida cuando están con ellos que cuando están con sus amigas. Además, el volumen y la cantidad de las risas femeninas se intensifican en compañía de hombres desconocidos, pudiendo ser esto un vestigio de una conducta ancestral. Por otra parte, se sabe que los hombres se ríen más cuando están en compañía de sus amigos.

Estos diferentes patrones en los dos sexos sugieren que la risa podría ser un factor clave en la atracción, el emparejamiento y la reproducción humana. Cuanto más ríe una mujer con un hombre, mayor es su interés sexual en él. Por esta razón, cuando una mujer responde a la pregunta “qué es lo que más te gusta de él” diciendo “que me hace reír”, esto no debe interpretarse como una alternativa a la falta de atributos físicos del hombre, sino como una cualidad que incrementa de forma notable su atractivo.

Supongo que más de una vez habréis oído la siguiente frase “es tan gracioso que hasta me parece más guapo”. Pues bien, ahora la ciencia lo ha demostrado; que más allá de un cuerpo perfecto, la simpatía es un grado. Algo que yo misma he experimentado, fácil es comprobarlo. Basta con mirar alrededor y reparar en la cantidad de parejas de las que pensamos “ella es un pivón, no sé qué le ve, si no es guapo”. Mujeres físicamente espectaculares con hombres que no lo son tanto. He de decir que, al contrario, no sucede lo mismo.

martes, 9 de diciembre de 2014

Homenaje a la gente ignorante

Este post es un homenaje a toda esa gente que habla sin saber, que profiere insultos (en la calle y en las redes sociales), que repudia todo aquello que no entiende, que nos da pena, nos avergüenza. Esta gente, nos la encontramos en todas partes. En el pueblo y sobretodo en la ciudad; en personas sin estudios y fundamentalmente, en círculos estudiados; en el anonimato y también en la televisión. Gente que opina de lo que no sabe, gente "que no lee", en definitiva, gente ignorante. 

En este post, no me refiero a la gente que escribe con faltas de ortografía, que no diferencia "haber" de "a ver" (aunque los ojos me sangren al leer ciertos mensajes). No me refiero tampoco a la gente que no sabe recitar las capitales del mundo o los afluentes del Ebro (son cosas que se estudian y se olvidan, eso es cierto). No me refiero a la gente que no sabe conjugar el subjuntivo, hacer un análisis sintáctico o emplear correctamente una perífrasis verbal. Tampoco me refiero a la gente que no sabe resolver una derivada o una integral, que desconoce qué es el ADN y que en su vida, ha oido hablar de Platón o de Lorca. Esas personas, simplemente, puede que no hayan tenido la oportunidad de estudiar. Gente humilde, "inculta" quizás, pero no ignorante. Gente a la que le gusta estar informada, empaparse de lo que le rodea. Gente consciente de que le queda mucho por saber; gente tolerante. El inculto, normalmente, reconoce que lo es.

En este post, me refiero a la gente que emite juicios continuamente, que no diferencia lo que sabe de lo que no (de lo que puede opinar de lo que no). Me refiero a la gente que "bebe" de una única fuente, cree a pies juntillas en eso, lo defiende irracionalmente. Me refiero a la gente que no contempla otros argumentos que no sean los suyos, que piensa que posee la verdad absoluta, que construye "dogmas". Me refiero a esa gente que se interesa exclusivamente por lo suyo, que menosprecia otras formas del saber (sin darse cuenta que ciencia y arte son lo mismo). Me refiero a la gente que repudia otras culturas y otras formas de ver la vida, a la gente "corta de miras". Esas personas que, simplemente, creen que todo lo saben. Gente poco humilde, "culta" quizás, pero ignorante. Gente a la que le gusta estar "desinformada", vivir en su propia burbuja. Gente inconsciente, que cree que no necesita saber más; gente intolerante. El ignorante, normalmente, no reconoce que lo es.

Como habréis observado, hay gente inculta y gente ignorante; no es lo mismo. Mientras que la incultura es en muchas ocasiones fruto de las circunstancias vitales (o más bien antaño lo era), la ignorancia es una elección personal ("un deporte que cada vez más gente practica"). Gente que no atiende a razones porque, simple y llanamente, no quiere entender. Hay gente culta que es ignorante; gente inculta que no es para nada ignorante y gente que reune ambas características. En todo caso, son conceptos distintos.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Las 6 dimensiones del optimismo

"Sólo existen dos formas de ver la vida: una, como si nada fuera un milagro; la otra, como si todo lo fuera". El mismísimo Albert Einstein, uno de los científicos más brillantes de todos los tiempos es el responsable de esta afirmación. Y es que la vida, a pesar de los malos momentos, las decepciones y las pérdidas a las que tenemos que enfrentarnos, es maravillosa. Así, al menos, es como la entiende un optimista vital. Veamos cuales son sus características, extraidas directamente del libro "Poderosa mente" de Bernabé Tierno.

El psicólogo Carol Ryff definió hace unos años las seis dimensiones que caracterizan a una persona psicológicamente saludable. La primera dimensión hace referencia al control ambiental. Lo primero que siente y vive un optimista vital es que está "al mando de su vida", que es competente y capaz de crear su propio estado mental, su actitud y forma de encarar las circunstancias.
La segunda dimensión se relaciona con el crecimiento personal; la sensación de verse a uno mismo en constante evolución positiva, progresando, ilusionado con nuevas experiencias. La segunda característica del optimista vital es que se siente feliz y realizado porque su vida tiene un sentido.
La tercera dimensión se refiere al propósito en la vida, saber lo que se quiere y, al mismo tiempo, "saberse" resilente. Un optimista vital es una persona con aguante, preparada para todo.
La cuarta dimensión es la relativa a la autonomía, el poder para organizar la vida con libertad, el poder de crearse a uno mismo a cada instante.
La quinta dimensión tiene que ver con la autoaceptación, la actitud positiva frente a lo que venga. La persona se quiere y se valora como es y siente la serenidad tranquilizadora de decirse a sí mismo "Todo está bien. Acepto de buen grado lo que tenga que ser. Soy feliz".
La sexta y última dimensión, se asocia al altruismo. Esta dimensión tiene un carácter espiritual, generoso y se caracteriza por la necesidad de compartir a todos los niveles. Un optimista vital comparte su alegría, sus descubrimientos; en definitiva, su vida.

No es fácil ser un optimista vital en esta sociedad; es probable que, el que ponga en práctica la teoría de las seis dimensiones, se sienta a veces incomprendido. Lo primero que la gente pensará de un optimista vital (que pretende llevar las riendas de su vida) es que se trata de una persona que desoye los consejos, "pasa de todo" y hace lo que le da la gana. A continuación, se tachará al optimista vital, en su búsqueda de plenitud, de iluso e insatisfecho, de persona que "mucho abarca y poco aprieta". Seguidamente, del optimista vital (que persigue su ideal) se dirá que "pierde el tiempo con imposibles", que "lo que hace no obedece a ningún orden". Del optimista vital que defiende su autonomía, la gente pensará que es un inadaptado, que está fuera del sistema e incluso, fuera de sus cabales. Igualmente, se le tachará de persona complaciente e inconsciente; por estar el optimista vital muy seguro de sí mismo y pensar única y exclusivamente en el momento presente. Por último, al optimista vital, la mayoría de la gente lo identificará con un "pobre tonto fácil de engañar", con "una persona que a todos quiere contentar", cuando lo que realmente le caracteriza es la necesidad de dar.

A modo de conclusión, os diré que ser un optimista vital implica a veces, ser un "inadaptado" social. Adorar a la gente, aunque a veces nos tilden de "bichos raros". Que nos llamen locos y congratularnos de ello. Sentirnos orgullosos de nuestros fallos y promulgar lo que hacemos mal, decir que somos imperfectos, ir en contra de lo establecido, no preocuparse por el qué dirán. Todo ello merece la pena cuando se trata de alcanzar la felicidad. Al optimista vital, en última instancia, la gente le dirá "como tú, no hay otro igual".

jueves, 4 de diciembre de 2014

No happy ending

Una de las razones por las que me encanta la película inglesa "Love Actually" es, porque es cierta como la vida misma. Varias historias de amor que, a diferencia de las pelis americanas, no siempre "acaban bien". Y es que el amor tiene muchas dimensiones, no sólo nace en idílicas circunstancias y llega a término tras múltiples avatares (tal como estamos acostumbrados a ver en el cine romántico). En la vida real, el amor es también infiel, celoso, platónico y no correspondido; pudiendo darse en las más curiosas circunstancias. Siguiendo el modelo de la película, os contaré algunas historias de "amor" sin final feliz (al menos como acostumbramos concebirlo); historias con moraleja y final alternativo (tampoco diría infeliz).

Ellos se conocieron una noche de fiesta, un jueves más. Ella se acercó a él para preguntarle por otro chico, se pusieron a hablar y de repente, el flechazo surgió. Lo vió a cámara lenta, le pareció el más atractivo de los hombres, lloró de felicidad tras la despedida. A partir de ese día, soñó una y otra vez volver a verlo. No dormía por las noches, no hacía otra cosa que pensar en él; fue su "primer amor". Ella intentó por todos los medios un acercamiento, él no "estaba en el momento". La mayoría de sus encuentros fueron casuales, ella exprimía esos minutos en su presencia; él mostraba indiferencia. Lo esperó muchas noches despierta, él apareció en contadas ocasiones. Contestaba con evasivas, se escudaba en dobles sentidos. Así durante año y medio, no fue capaz de "deshacerse" de él, anhelaba que fuese cruel, que la liberase. Pero eso nunca pasó. Finalmente, comprendió que era hora de pasar página, de hacerlo por sí misma. Aprendió que el hombre en estos casos, no habla claro, "calla y otorga", espera que sobrevenga el olvido. Aprendió que no siempre se puede tener lo que se desea, que no se puede "obligar" a nadie a que nos quiera. A pesar de ello, le gustó enamorarse, descubrir que era capaz de sentir algo así por alguien. Esa época fue muy feliz, se imaginó cuanto más lo sería si él sintiese lo mismo, si le correspondiese.

Ellos se conocieron un día de semana, cuestiones de trabajo. Él se mostró muy servicial desde el principio, amable y entregado, a ella le "cayó bien", pensó "por qué no". Él la invitó a irse juntos de viaje, ella aceptó. Pasaron un día entero juntos, con gominolas e increíbles paisajes. A partir de entonces, él empezó a escribirle a diario, atento y detallista, lo que cualquier mujer hubiese deseado. Cada vez se veían más a menudo y de repente, empezaron una relación. Él iba muy deprisa, ella se sentía a gusto, disfrutaba del momento. La mayoría de sus encuentros fueron citas muy trabajadas, lo cierto es que él "se lo curraba". Pasaron varias noches juntos, conociéndose, hablando. Él hacía planes a cada instante, promesas a largo plazo. Así durante dos intensos meses, viviendo un cuento de hadas. Pero un dia él cambió de idea, no fue capaz de decírselo frente a frente, empezó a distanciarse. A ella le tocó asumir, sin saber porqué, que la habían dejado. Aprendió que en los asuntos del corazón lo mejor es ir despacio y no creer ciegamente en nadie. Aprendió que los príncipes azules lo son durante un rato, que no se puede "cambiar" a nadie y que algunas relaciones, simplemente, tienen fecha de caducidad. A pesar de ello, le gustó "compartir su vida" aunque fuera poco tiempo, vivir la experiencia, saber como es ser la novia de alguien. Esa época fue muy feliz, se imaginó cuanto más lo sería si durase, si fuese para siempre.

Ellos se conocieron una noche de sábado, a través de un amigo común. Él, desplegó sus armas de conquistador, guiños y piropos, y ella no se resistió. Él había bebido, ella sospechaba que sería una más. Sin embargo, se dejó llevar, pensó que aquel chico tenía algo especial. Él la invitó a dormir, ella no lo dudó. Compartieron lágrimas y confidencias, él la trató como nunca antes la habían tratado, apasionado y cariñoso, las dos a la par. Unas pocas horas juntos y ella, no lo pudo olvidar. Se ilusionó con la idea de volver a verlo, lo intentó de mil maneras, pero no recibió respuesta. Un buen día decidió que lo mejor era "dejarlo estar", comprendió que las cosas no se pueden forzar y aceptó que "lo que tenga que ser, será". A pesar de ello, le encantó conocerlo, compartir unas horas con él. Ese día fue muy feliz, se imaginó cuanto más lo sería si se repitiese. Gracias a él, comprobó que los hombres sinceros, valientes, los auténticos caballeros, siguen existiendo.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

La prima fea

Esta es una historia triste, porque a ella nadie la quiere, ni hombres ni mujeres. Se presenta en eventos sin ser invitada, se apunta a viajes; sin lugar a dudas, tiene el don de la oportunidad, llega en la peor de las circunstancias (a pesar de que se la espera). A las mujeres les produce dolor de cabeza, la maldicen con frecuencia. Los hombres ni la mencionan, la ignoran, prefieren no oir hablar de ella.

La gente, aunque tiene nombre propio, evita nombrarla. De los apelativos que he oido, los que más me gustan son los que hacen referencia a la familia ("la parienta", "la tía María"...), porque queramos o no, cuando llega, tenemos que aguantarla. Los eufemismos que utilizamos para referirnos a ella, me parecen fríos (salvo en contextos médicos); ya bastante tiene la pobre con que nadie la quiera.

A los hombres, en general, les suele incomodar hablar de ella. Los solteros salen corriendo si hay posibilidad de que aparezca; prefieren no intimar con ella. A los casados, no les queda otro remedio que convivir con ella, aunque ruegan que se vaya cuanto antes. Intentan mantenerse al margen, no les agradan demasiado las cosas relacionadas con ella (ojos que no ven...) y se violentan si tienen que ir al super, a comprar algo para ella.

Las mujeres, en general, se han acostumbrado a ella. Cuando aparece, las solteras se quedan con ella en casa, le hacen compañía. Ven una película juntas, la invitan a chocolate o chucherías. Las casadas, por su parte, le prestan más atención que a sus maridos; la usan como excusa; en ocasiones, desean que no se vaya. Le dicen a sus parejas "no podemos ignorarla, mientras esté en casa". "Se quedará solo unos días, luego se marchará".

Existe un único momento en el que hombres y mujeres deseamos que aparezca, incluso, invocamos su presencia. En este caso, ella que es así de caprichosa, se hace de rogar, no se decide a timbrar a la puerta. Sabe que la esperan con los brazos abiertos y no, con el ceño fruncido. Aunque a veces se retrasa, se presenta en casa una vez al mes. Ella es la prima fea, de cuya presencia todo el mundo reniega.

martes, 2 de diciembre de 2014

El falso amante del fútbol

Hace unos meses, escribí un post sobre fútbol, titulado "Oda al balompié" que para mi sorpresa, fue publicado en un diario deportivo de Sudamérica. En él, quise subrayar los principios de este deporte, resaltar la "pureza" de su esencia, antes de ser contaminada por el dinero, los medios de comunicación sensacionalistas y, por supuesto, la violencia. A la vista de los trágicos sucesos acaecidos recientemente, desde mi humilde posición, hoy quiero condenar este tipo de comportamientos.

Para empezar, he de decir que yo de fútbol no sé nada, pero sí me gusta estar informada. Expongo en adelante, mi punto de vista, que creo, por otra parte, objetivo y neutral por no ser yo una gran aficionada (ya que los sentimientos a este nivel, a veces nos juegan malas pasadas). Nada tienen que ver con el fútbol estos actos violentos, perpetuados por extremistas y no por los verdaderos amantes del mismo, los "siareiros". Estos sucesos, sin embargo, enturbian la imagen que la sociedad tiene del deporte, la manchan de negro, la tiñen de tragedia, muerte y tristeza. Eso es algo que todos repudiamos, seamos o no aficionados. 

El verdadero amante del fútbol va al estadio a animar a su equipo; durante el partido, "lo vive", se enfada, incluso profiere insultos a los jugadores o al árbitro, pero nunca jamás llega a las manos. Estos aficionados demuestran su pasión, sueltan adrenalina durante el partido y después, vuelven a su estado de calma. Vistos desde fuera, incluso hacen gracia (al menos los que yo he visto en los campos de tercera regional, diciendo barbaridades), pues no pasan de las palabras, despotrican y luego se relajan. En el campo se funden con las masas y de forma espontánea, las mitigan; zanjan un posible conflicto en el estadio; y en la calle se dan la mano. Felicitan al adversario, conocen la deportividad y son capaces de encajar la derrota, aunque sea con lágrimas.

El falso amante del fútbol, en cambio, va al estadio a armar jaleo; durante el partido tira objetos al campo, agrede a los aficionados, incluso lanza bengalas a las gradas, poniendo en peligro la vida de otros. Estos individuos demuestran una total falta de empatía, de humanidad, de remordimientos; sueltan patadas y puñetazos, y lo que es más escalofriante aún, hacen quedadas para pegarse. Visto desde fuera, me da pena, vergüenza, me hace pensar cuan decadente es la condición humana. En el campo se "camuflan" entre las masas y de forma sucinta, las instigan, avivan un conflicto que buscan solucionar fuera del estadio. Maldicen e incluso desean la muerte al adversario; y no es que no sean capaces de encajar la derrota, es que directamente son malas personas.

Estos falsos amantes del fútbol deben ser descubiertos y castigados, "exterminados" de los campos de primera, segunda, tercera división. Estos individuos son un verdadero peligro público, carecen de argumentos más allá del radicalismo. A mi modo de ver, en nada se diferencian de otros grupos terroristas, que ejercen la violencia de forma gratuita. Lo más triste es que una persona tenga que morir para que tomemos conciencia de ello. Yo, como siempre, quiero pensar que hay lugar para la esperanza. Mi padre, acérrimo madridista, rodeado por mis primos, culés hasta la médula; cada uno con la camiseta de su equipo, abrazados y sonriendo. Sin duda, una de las mejores fotos de mi casa.

lunes, 1 de diciembre de 2014

True (bus) stories

Ocho años desplazándose en autobús por la comunidad gallega dan para mucho, para conocer a gente entrañable y también a grandes "personajes". Yo, he comprobado que tengo un imán para ellos y os lo demostraré en adelante. Por lo general, los viajes en autobús suelen transcurrir con normalidad cuando somos capaces de dormir o llevamos cascos, nos sumergimos en nuestra música y descansamos. El problema surge cuando cabeceamos contra la ventanilla, incapaces de conciliar el sueño, nos quedamos sin batería y nos vemos "obligados" a escuchar la conversación de los de al lado.

Cuando hablo de gente entrañable, me refiero principalmente a los ancianos, que junto con los estudiantes, representan un porcentaje muy alto de los usuarios. Mínimo quince minutos antes de la hora de salida, a las puertas del mismo haciendo cola, se encuentran apostados. Su propósito, ocupar las primeras plazas y así hablar con el chófer, empleando un volumen elevado, para que todos los pasajeros se den por enterados. La mayoría de ancianos piden permiso para sentarse a nuestro lado si el bus va "petado", nos hacen un par de preguntas y así, sin querer, una nueva amistad ha comenzado. Normalmente, les sonrío y les doy conversación, me recuerdan a mi abuelo (también los hay cascarrabias y de esos, lo que pensamos es "que bajen la voz" o "que se bajen cuanto antes").

Con el término personaje, me refiero a un gran número de individuos de todas las franjas de edades, con un rasgo común, el de "dar la nota", no pasar desapercibidos, vamos. Inclúyanse en este grupo los míticos chavales que no se han enterado de que existen los auriculares, las señoras que hablan a gritos por el móvil o la peña que se pone a discutir en el bus sus intimidades. De estos he conocido a cientos a lo largo de este tiempo; recordarlos a todos es imposible. Os presentaré a algunos con los que he tenido el placer de compartir viaje, por un motivo u otro, he de reconocer que me han marcado.

Recuerdo a un hombre de mediana edad, vestido de rocker y con pelos en la nariz (saliendo del tabique, por fuera) que, saliendo de Lugo, se me sentó al lado y tras una larga disertación sobre las pulgas y su madre, acabó diciéndome que "tenía muchos amigos y que todos eran muy limpios". Yo pensé, felicidades, "la higiene es muy importante".
Recuerdo a un señor medio borracho que entró tambaleándose en el bus y vino a sentarse a mi lado; ese fin de semana era la feria del vino en Chantada y el hombre, un dibujante de viñetas "verdes", al que de vez en cuando y por suerte para mí, entraba el sueño durante el viaje; me regaló uno de sus ejemplares. Todavía lo tengo guardado. 
Recuerdo a una chica con pinta de "malota" que fue mi compañera de viaje Ourense-Lugo, a la que inspiré confianza y acabó por contarme que se dirigía a un reformatorio en Rábade, que se había tatuado el nombre de su padre con un cutter y que a la educadora, en un ataque de furia, le había lanzado una zapatilla a la cabeza (entre otros datos aún más inquietantes). La chica me pidió que la ayudase a deshacer tabaco para pasarlo al centro de camuflaje (a los interesados en saber cómo, os lo cuento en un mensaje). Con semejantes antecedentes, no pude negarme.
Recuerdo a un chico con pinta de "sobrao" que iba sentado delante de mí en un bus Pontevedra-Vigo; al que, por quedarme sin batería en el MP3, "tuve el gusto" de ir escuchando; y menudas perlas soltaba el muchacho. Una chica iba a su lado y él, alardeando. Cito textualmente porque las tengo apuntadas. "Tengo amigos religiosos que follan más que yo, que ya es decir". "Para no llevarse sustos, lo mejor es irse sin números para casa". "A mí me llaman, me dicen que tienen un retraso y les contesto, no me vengas con la bromita de que estás embarazada". A este, simplemente, me dieron ganas de darle un tortazo.
Recuerdo a una pareja de treintañeros que llevaban poco tiempo juntos, discutiendo detrás de mí todo el trayecto Santiago-Lugo, en el bus del aeropuerto. La chica tenía carácter, él era un "panxolas". Ella estaba enfadada por algo que supuestamente él había hecho. Siguiendo la conversación, pude percatarme de que la verdadera responsable del malentendido era ella; sin embargo, fue él quien acabó pidiéndole disculpas. Deduje que la chica en cuestión tenía dotes de manipulación y pensé "pobriño, no sabe donde se está metiendo". Una vez hicieron las paces, ella le contó de forma pormenorizada una de sus visitas al centro de estética; llegó al lugar y dijo "quítame todo, incluidos los pelos del culo". Yo pensé, "que viva la naturalidad" y "mejor, díselo en casa". En cosas de pareja, un "bus" son multitud.

Cuando nos quedamos sin batería (los que tienen Smartphones) y sin cobertura (los que atraviesan Galicia "profunda") y no tenemos a dónde escaparnos; queramos o no, somos partícipes de historias tiernas, grotescas o hilarantes. Comprobamos que la vida, en muchos casos, supera a la ficción y que los "personajes" de dichas historias, no son fruto de la imaginación, sino increíblemente reales.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Bailando

En este post, no hablaré de Enrique Iglesias, tampoco de Alaska, sino de los múltiples beneficios del baile, no sólo para la salud, también en lo relativo a la seducción. Está demostrado que el baile es una de las actividades deportivas más completas que existen, tanto como el ciclismo o la natación. Es también una de las más intensas, ya que a través del baile, "transformamos" la música en movimiento; nos reimos, lloramos, experimentamos un sinfín de emociones, descubrimos nuestro propio cuerpo; y también el del otro si bailamos en pareja. Al fin y al cabo y como dicen por ahí, "el baile no es más que la expresión vertical de un deseo horizontal".

El baile ayuda a mantenernos jóvenes, mejorando nuestra capacidad cardiovascular, flexibilidad y postura. Mantiene los huesos fuertes y las articulaciones lubricadas, previniendo la osteoporosis y la artritis. Quema calorías, sobretodo los bailes aeróbicos, los ritmos latinos. Aumenta los niveles sanguíneos de colesterol bueno (HDL) y disminuye los del malo (LDL). Ejercita el cerebro, cuando tiene que retener pasos y coreografías. Mejora la cooordinación y los reflejos, fortaleciendo los músculos.

El baile es también una forma de interacción social, una oportunidad para relacionarnos y hacer nuevas amistades. En este punto, pienso nostálgicamente en los relatos de mi padre, en aquellos tiempos en los que un baile en la verbena era la mejor forma de "acercarse" a una chica; cuando los hombres pronunciaban esa famosa frase de "me concede usted este baile". Ahora, los hombres ya no lo hacen. El baile es una expresión de diversidad cultural, abre la mente y expande el espíritu; cuando un grupo de desconocidos se mueven al compás de la música, es algo mágico, un proceso de fusión y catarsis.

El baile constituye en último término un arma de seducción muy potente para quien sabe utilizarla (el sexo femenino con mayor frecuencia). Basta con observar lo que ocurre en cualquier discoteca o pub; cuando una mujer empieza a mover las caderas y los hombres de alrededor, absortos, no pueden apartar la mirada de ella. Es una forma de hipnosis, los absorbe, los atrae, los vuelve locos. Mención aparte merecen bailes como la bachata, el reggaeton o el más sensual de todos, la danza del vientre.

Para terminar, una pequeña reflexión y es que los hombres también pueden emplear el baile para seducir, para "encandilar", para mostrar su encanto. Los que lo hacen, en cambio, son minoría; no sé si por vergüenza, miedo al ridículo o porque no son plenamente conscientes del poderoso efecto que "un hombre capaz de mover las caderas" tiene sobre las mujeres. Sin duda alguna, estos hombres son los que "triunfan"; siguiendo la ley de la oferta y la demanda que rige cualquier mercado (incluido el de la seducción). Es por eso que, animo a mis lectores, a practicar el baile con frecuencia, pues no sólo tendrá repercusiones positivas para su salud, sino también para su vida amorosa.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Escapar

Me sirvo hoy de una canción de Enrique Iglesias para compartir con vosotros un sentimiento que me invade de vez en cuando. Últimamente, he observado en la gente de mi entorno e incluso en mí misma, una tendencia general a "apatronarse", es decir, a "hacerse estable", viejo, mayor o como queráis llamarle. Cuando en vez de salir, preferimos quedarnos en casa y, el ron-cola o el bacardi-lima, lo cambiamos por un gin-tonic. A los que sobrepasais el cuarto de siglo, seguro que os ha pasado.

El caso es que a mí la rutina no me gusta (reconozco, sin embargo, que es en parte necesaria); repetir todos los días los mismos hábitos; frecuentar una y otra vez los mismos lugares o ver siempre las mismas caras. Yo creo que, hay momentos en los que, por muy a gusto que nos sintamos o por mucho que queramos a las personas que tenemos alrededor, el cambio se hace necesario. Una válvula de escape, un poco de distancia para oxigenar nuestras relaciones y hacerlas más saludables. Un tiempo para echarse de menos. Lo que el grueso de los mortales denomina "cambiar de aires".

Supongo que más de una vez os habrá ocurrido algo similar con vuestros allegados; los queremos mucho, tanto que, a veces, lo que deseamos es perderlos de vista un rato. Cuando nos sobreviene una emoción de este tipo, lo primero que pensamos es que es el otro quien tiene un mal día, relativizamos y, dejamos que pase. Si el sentimiento persiste, nos planteamos que quizás somos nosotros quienes estamos estresados, sacamos las cosas de quicio y nos "rallamos". Cuando la cuestión se prolonga más tiempo, nos replanteamos que algo en nuestro interior ha cambiado; hemos perdido la paciencia, lo que los demás piensen ya no nos importa tanto, somos "toxos", "cascarrabias" como los ancianos.

El mensaje que os quiero transmitir es que esta sensación no debe asustarnos. No es que nos hayamos convertido en seres antisociales, ni mucho menos; sólo que tenemos distintas prioridades. Ya no tratamos de agradar a otros, pensamos en nosotros mismos y en base al propio criterio, actuamos (sin herir a nadie entanto). Dedicamos más tiempo al autoconocimiento, al descanso, a la soledad, al momento "relajarnos". Simplemente, nos evadimos y, de esa manera, escapamos.

martes, 25 de noviembre de 2014

Soy adicto

Con esta famosa frase, se presentan en sus reuniones los miembros de Alcóholicos Anónimos (al menos es lo que ocurre en las películas). De ello puede deducirse que lo más importante para afrontar una adicción es reconocerla. Pues bien, adicciones las hay de muchos tipos, legales e ilegales, normalmente perjudiciales para la salud. La adicción de la que quiero hablaros hoy es "mayormente" legal e inocua, lo peor que puede pasar es que nos llamen "frikis" y que ganemos unas dioptrías en el proceso. Supongo que ya os imagináis a qué me refiero, a la adicción a las series de TV, sobretodo extranjeras, con mayor presupuesto y mejor guión.Os daré algunas pistas para que descubráis si, efectivamente, sois adictos o no.

Soy adicto cuando... Controlo la fecha y horario de emisión del capítulo para, al día siguiente, descargarlo subtitulado. En casos extremos, lo veré sin subtítulos, dos veces si fuera necesario. Prefiero la versión original al doblaje en español latino. Me indigno cuando la imagen y el audio van descoordinados, llegando, en ocasiones, a enfadarme. Me agobio esperando el capítulo de la próxima semana, vuelvo a ver el último emitido para paliar mi ansiedad (en ocasiones, busco escenas en Youtube). Me inquieto durante los parones vacacionales, las huelgas de guionistas y los rumores de cancelación. Permanezco despierto de madrugada, viendo un capítulo tras otro, si dispongo de toda la temporada. Veo los "bloopers", los "gag reel", las tomas falsas. Comento con mis amigos los pormenores del capítulo, por Whatsapp, por Skype, por lo que haga falta.

Soy adicto cuando... Conozco los mil y un sinónimos de palabras de uso común en la lengua oral como colega (bro, buddy, dute, mate...) o "joder" (fuck, sheet, danm it...). Leo blogs con avances de lo que sucederá en esta o la próxima temporada. Soy fan de grupos de Facebook, sigo a los actores en Twitter, Instagram, en cualquier red social. Permanezco atento a lo que sucede en la "Comic Con"; primero veo el "teaser", luego el trailer y ninguno de los dos me satisface. Me alegro cuando los guionistas deciden hacer un "spin off". Me fastidia que las series se queden en una única temporada (más, si es inconclusa). Siento un inmenso vacío cuando una serie que me gusta se acaba, tengo una necesidad visceral de suplirla con otra (en este caso, hago caso a las recomendaciones de adictos como yo).

Soy adicto cuando... Sé que de todos los enlaces de visualización directa, el que mejor va, es en el que sale el porno. Tengo en mi página de favoritos Series Yonkis, Series Ly o Series Pepito. Me mosqueo si los enlaces de descarga están rotos o si esta se corta en mitad del capítulo (o peor, cuando le faltan dos minutos). Si lo pillo en televisión, lo vuelvo a ver doblado, lo comparo con la VO y me echo las risas. Sueño con que me borren la memoria, para volver a disfrutar de esa serie que ha acabado y pienso, "afortunado aquel que aún no la ha empezado". Hay algo que no perdono, el mayor pecado capital, uno de los principales mandamientos violado, el "spoiler". Al que lo haga, que dios le coja confesado. Mi leitmotiv es el siguiente: "veo series, ergo existo". Lo que es lo mismo, soy adicto.

lunes, 24 de noviembre de 2014

My Indian friend

He is never late, always in time. He is busy 24 hours 7 days a week, he does not stop to take a coffee. He is incredibly polite. He is always smiling, saying good things. He gives good advice, he is able to recognize the talent. He is a great professor, proud of his students. He usually gets emotional. He has his own way of speaking, a lovely accent, a curious pronunciation of "w", "r" and "th". These endings of the sentence which I hardly understand (because innit? becomes "anna"). He is a magnificent scientist and a better person.

He enjoys learning new things, helping others. He loves photos, he creates beautiful memories every moment. He refers to his family with devotion. He focus on his tasks and makes jokes at the same time. He speaks about people in a respectful way, professors or students, no matter who. He has presents for everybody. He values his time a lot, he does not like not having anything to do. He inspires a deep tenderness, he is a lovely person, a good friend. Undoubtedly, I am going to miss him. Someday, I will go to India to visit him.

TRANSLATION

Nunca llega tarde, siempre a la hora. Está permanentemente ocupado, no se para a tomar café. Es muy educado, sonríe a cada momento, siempre dice buenas palabras. Ofrece buenos consejos, sabe reconocer el talento. Es un gran profesor, que se enorgullece de sus alumnos. Se encariña rapidamente con la gente, con esa forma tan peculiar de hablar, ese acento entrañable, esa manera de pronunciar la "w", la "r", la "th". Esos finales de frase que, a veces, me cuesta entender (porque o no? se convierte en "ana"). Científico excepcional y mejor persona.

Disfruta aprendiendo, ayudando a otros. Adora las fotos, a cada instante fabrica un bonito recuerdo. Habla con devoción de su familia. Se concentra y al mismo tiempo, hace bromas. Se refiere a los demás con mucho respeto, profesores o alumnos, no importa. Tiene regalos para todos. Gestiona con maestría su tiempo, no le gusta no tener nada qué hacer. Inspira ternura, "se hace querer", es un buen amigo. Sin duda alguna, lo echaré de menos. Algun día, a la India, iré a visitarlo.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Sedúcela con acento gallego

Hoy he leido un artículo sobre los acentos más seductores de España. Según este estudio, el madrileño es el preferido de las mujeres, seguido por el canario y el gallego. Pues bien. Independientemente del tamaño de la muestra y de lo significativo que puedan ser los resultados, me propongo desmontar, o al menos discutir, las conclusiones de dicho estudio, esto es, darle la vuelta. Por supuesto, avogo por el primer puesto para el gallego, con todos mis respetos a madrileños y canarios, a los cuales he tenido el placer de escuchar en varias ocasiones (dentro y fuera de sus fronteras), deleitándome con su acento.

A mi modo de ver, la razón de que el madrileño sea considerado como el acento más seductor, se debe a una combinación de personalidad y habla. Ese deje a medio camino entre el interés y el pasotismo y ese punto de chulería, que no insolencia, hacen a los madrileños irresistibles para cualquier mujer. Si a eso sumamos una voz grave tirando a ronca, tienen mucho ganado en el juego de la seducción. Sin embargo, creo que lo que realmente gusta a las mujeres es su actitud, la seguridad de la que hacen alarde, y no tanto su acento, esos sonidos guturales al pronunciar el famoso "ej que".

La medalla de plata es pues para el canario, a caballo entre lo caribeño y lo español. Un acento increíblemente dulce y meloso; tanto que a algunas, resulta "empalagoso". En mi opinión, el principal atractivo del canario es su exotismo, cuando no diferenciamos si ese hombre que habla es de este o del otro lado del Atlántico, isleño en todo caso. Es por eso que el acento canario nos hace pensar en las telenovelas (que unas aman y otras odian), en principes y princesas; al tiempo que nos resulta gracioso con esas palabras típicas suyas como "las cholas", "el mojo" o "la guagua".

Finalmente, se encuentra el acento gallego, que lejos de ser tosco y duro como el madrileño o embaucador como el canario, es cálido y sincero. El acento gallego es suave (a pesar del elevado volumen de la zona norte) y si por algo se caracteriza, es por su potente musicalidad, que "envuelve" a todo aquel que está escuchando, que le hace sentir como en casa. El gallego dispone igualmente de los apelativos más tiernos, expresa el más profundo cariño añadiendo a cualquier palabra eso, el sufijo -iño (de cariño). No creo que haya mujer en el mundo que se resista a que le llamen "pequena", "miña xoia" o "ruliña". Lo dicho, en el ránking como en la vida, los últimos serán los primeros.

lunes, 17 de noviembre de 2014

De tal palo, tal astilla

Eso dice el viejo refrán. Y lo cierto es que cuando somos niños, de quien aprendemos, a quien imitamos en primera instancia, es a nuestros padres. Ellos son nuestros modelos a seguir, nos crean "a su imagen y semejanza", nos definen en la infancia. Existen muchísimos estilos de padres y madres que, a modo resumen, podríamos clasificar en cuatro: autoritario, permisivo, democrático y sobreprotector. Analicemos cada uno con detenimiento, veamos porqué somos como somos.

AUTORITARIO. Se caracteriza por un alto control del comportamiento de su hijo y una elevada exigencia de madurez; sin embargo, escatima en comunicación y afecto. Un padre autoriario da lugar a un hijo obediente y ordenado, pero poco tenaz y afectuoso. Estos niños presentan una baja autoestima, dependen del control externo y tienen dificultades para relacionarse.

PERMISIVO. Justo lo contrario que el anterior; no escatima en comunicación y afecto; sin embargo, ejerce un bajo control sobre el comportamiento y apenas exige madurez. Un padre permisivo genera un hijo vital y alegre, aunque inmaduro y caprichoso. Estos niños presentan igualmente una baja autoestima, asumen pocas responsabilidades y tienen dificultades para el trabajo en equipo.

DEMOCRÁTICO. Se caracteriza por su ecuanimidad en todos los aspectos; ejerce control sobre el comportamiento y exige madurez, al tiempo que es comunicativo y afectuoso. Un padre democrático da lugar a un hijo alegre y con iniciativa, persistente en las tareas y altamente integrado con los demás. Estos niños tienen una alta autoestima y seguridad en sí mismos, valoran las cosas y se autocontrolan.

SOBREPROTECTOR. Da lo "mejor" de sí mismo en la mayoría de aspectos, incluyendo control del comportamiento, comunicación y afecto; sin embargo, "cojea" en un pilar fundamental, apenas exige madurez. Un padre sobreprotector genera un hijo inseguro, egoísta y con escaso autocontrol. Estos niños no toleran la frustración, no valoran las cosas y tienen serias dificultades para la independencia.

Obviamente, estas categorías no son excluyentes; hay padres que presentan rasgos de unas y otras. No debemos olvidar que, independientemente de lo bien o mal que lo haga, "un padre siempre quiere lo mejor para su hijo", darle lo que él no tuvo, evitarle avatares vitales. Lo que ocurre, en estos casos, es que con la mejor de las intenciones, ciertos padres hacen a sus hijos "un flaco favor". No les dan la oportunidad de equivocarse, de "volar solos", de ser autosuficientes. No les enseñan como lidiar con sus propios fracasos; animándolos a desplegar sus alas, haciéndoles saber que los recogerán si se caen (instigándolos siempre a ir hacia delante). Eso, solo los padres democráticos lo hacen.

En mi opinión, ser padre/madre es una de las tareas más difíciles del mundo; ni mucho menos, soy quien para criticarlos, todo lo contrario, lo único que hago es admirarlos. No hay fórmulas mágicas o técnicas infalibles (lo siento por "Supernanny") ni tampoco academias donde nos preparen. Supongo que, como en la mayoría de las cosas, la única forma de aprender es equivocándonos, algo a lo que todos, padres e hijos, tenemos derecho. Yo, estoy muy orgullosa de lo que soy, pero el mérito no es mío, es 100% de mis padres. Los hijos no somos más que el fruto de la semilla que ellos sembraron.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Ficha a un futbolista y hazte WAG

Aquellos que leáis la Cuore o la prensa deportiva de vez en cuando, estaréis familiarizados con el término "WAG", acrónimo del inglés "wives and girlfriends". Sara Carbonero, Shakira o Pilar Rubio son algunos ejemplos en nuestro país. Las novias y mujeres de los futbolistas de élite; iconos de belleza y moda, un referente en imagen para ciertos sectores de la población. Triunfadoras y con carrera propia; el "florero" perfecto, con la fama añadida de "ser la mujer de quien son". Los acampañan en sesiones de fotos, van con ellos a eventos varios, al sorteo de la Liga o a la gala del "Balón de Oro".

Yo, respeto muchísimo a las mujeres que labran su carrera en el mundo de la televisión. La presión mediática a la que están sometidas supera con creces a la que pueda ejercer la opinión pública sobre cualquier hombre. Por el simple hecho de ser mujeres (con el añadido de), se les exige estar siempre perfectas. Un pelo fuera de sitio o un estilismo poco favorecedor pronto se convierten en un ARG. No se les perdona nada, ni una equivocación ni una declaración desafortunada. Así es la sociedad.

Lo que sin duda me aterra, es la superficialidad con la que estas mujeres son juzgadas. Hasta una nueva palabra hemos inventado para designarlas, para cosificarlas. Las criticamos constantemente; al tiempo que las ensalzamos, las usamos de ejemplo de "la mujer de hoy". Ellas protagonizan las portadas de las revistas, anuncian cosméticos que no necesitan, deciden (no ellas, sino sus estilistas) lo que es tendencia y lo que no. Ese es el modelo de mujer que fomentamos a día de hoy.

Machistas como somos, otorgamos al hombre un papel central, tendemos a pensar, "afortunada ella, a menudo fue a cazar", "tiene la vida solucionada"o "lo que haga de ahora en adelante ya da igual". Yo creo que la mujer que "se une" a ese hombre que la sociedad ha decidido colocar en un pedestal, lo hace porque, además de poseer unos atributos físicos evidentes (requisito igualmente indispensable), tiene esa potestad, la de situarse en el punto de mira de muchos y decidir, en último término, con quien quiere estar. Realmente, son ellas las que eligen. De todas maneras, "cría fama y échate a dormir".

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Sencillamente seductores

Así son los asturianos, así es Arturo Fernández; el eterno galán del que abuelas, madres e hijas se han enamorado. El conquistador por antonomasia, el don Juan del siglo XXI, un auténtico "womenizer". Un referente en las artes de seducción, un icono de la elegancia, cuando la persona se convierte en personaje (y es que Arturo Fernández es tan "grande" que en la ficción, hace de si mismo). Ese dominio del lenguaje, esos gestos de rufíán y esa forma de referirse a una mujer, con ese apelativo tan suyo, "chatina"; sencillamente inigualable.

La cuestión es que, en Asturias, existen hombres como Arturo Fernández. Me queda la duda de si Arturo Fernández es solo un representante de lo que viene siendo el "hombre asturiano" o si, por el contrario, con su estilo propio ha creado escuela, apareciendo imitadores suyos por todas partes. En todo caso, hablemos del "prototipo" del hombre asturiano. El hombre asturiano es caballeroso, educado y a pesar de lo elevado de su tono de voz, delicado. Se muestra siempre seguro de sí mismo, confía en sus capacidades, conoce al género feminino (al "enemigo") y de forma eficiente, con él se relaciona. No dice una palabra fuera de lugar, echa mano de la libre interpretación, juega con el lenguaje. El hombre asturiano, por norma general, "lleva la voz cantante", conduce la conversación a donde le interesa y sin demasiado esfuerzo, consigue lo que quiere; el hombre asturiano posee esa extraña capacidad, enigmático es su encanto. 

En lo relativo al amor, el hombre asturiano es a veces dulce; otras, apasionado. A nivel personal, abre su corazón; a nivel social, hace alarde. En lo relativo a la amistad, se emociona como el que más, lo da todo. El hombre asturiano no se acobarda, es valiente y entregado. El hombre asturiano no teme derramar unas lágrimas. El hombre asturiano es un hombre de ideas fijas, de impulsos, que actúa siempre "con el corazón en la mano". El hombre asturiano es un hombre de sólidos principios, entusiasta y motivado. El hombre asturiano tiene alta autoestima, se considera un "buen amante"; no importa la situación, su hombría va por delante. El hombre asturiano es fiel cuando se compromete, un hombre de palabra, "como dios manda". El hombre asturiano "es un truhán, un señor" el resto de las veces. El hombre asturiano siempre va de cara, no se calla nada, es sincero como nadie.

El hombre asturiano es fanfarrón como el que más pero también irresistible, aunque, a veces, cueste reconocerlo. El hombre asturiano no necesita que se le infle más el ego; lo trae de serie y eso, nos resulta encantador. El hombre asturiano puede hablar de sexo en términos no muy decorosos y que nos parezca tierno (aunque a este nivel, es un indiscutible caballero). El hombre asturiano tiene la habilidad de "encandilar" al personal, de hacerse querer, de ser recordado como un personaje entrañable.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Bad boys

Os habéis preguntado alguna vez qué tienen personajes como James Dean, Danny Zuko (Travolta en "Grease") o Christian Grey (Cincuenta Sombras) que gustan tanto a las mujeres? Hombres carismáticos, de personalidad conflictiva, los tipos duros del cine, que las vuelven locas. La seguridad que transmiten, ese halo de misterio que los rodea y la rebeldía que les caracteriza son algunas de las claves de su erotismo. Cual es el motivo de que tengan tanto éxito entre las mujeres? Investigando, he dado con la causa.


Parece ser que este tipo de hombres se corresponden con un perfil psicológico denominado Tríada oscura ("Dark Triad"), que confiere al sujeto una actitud despótica y una percepión de superioridad respecto a los demás. Este perfil de personalidad se observa en hombres con rasgos narcisistas, de tendencia psicopática e inclinación al maquiavelismo. Pasemos a desglosar cada uno de ellos.

El narcisismo se fundamenta en el exceso de valor que uno mismo se otorga, siendo más frecuente en los hombres que en las mujeres. Se trata de individuos con aires de grandeza, que se consideran especiales y exigen un trato preferente ("encantados de conocerse"), se enfadan si no se reconocen sus méritos y talentos. La psicopatía se hace patente en la falta de empatía, que lleva al sujeto a basar sus relaciones en el beneficio individual, lo que se traduce, en ocasiones, en una conducta antisocial. Los hombres con este perfil suelen transmitir un encanto superficial fingido, que les provee frecuentemente de escenarios para relaciones puntuales. El maquiavelismo se fundamenta en la duplicidad, en la tendencia a manipular las relaciones a favor de uno; suelen ser personas con una elevada inteligencia emocional, que emplean para obtener un beneficio propio. Este rasgo en concreto se relaciona fuertemente con la promiscuidad sexual.

El mayor atractivo de los hombres "Dark Triad" fue constatado por Carter et al. (2013) en un estudio realizado con mujeres estadounidenses, concluyendo que la capacidad comunicativa, la buena imagen y la habilidad para hacerlas sentir especiales son las herramientas que estos hombres emplean para seducir. Sin embargo, estos resultados son válidos solo a corto plazo, ya que estos hombres son incapaces de mantener relaciones a medio y largo plazo.

Además de en el cine, este tipo de hombres nos los encontramos en la vida real. Desde el "malote" del instituto que llegaba en moto fumando un cigarrillo (saludando a su "club de fans") hasta el ejecutivo agresivo condescendiente con el conjunto de mujeres que le "andan detrás". Adolescentes o adultas; a ellas, los "chicos malos" siempre les van a gustar.