lunes, 18 de mayo de 2015

Recuperar la inocencia

En el amor como en la vida, no existen fórmulas infalibles. Los sentimientos evolucionan en base a circunstancias y nuestra perspectiva del amor cambia con nuestra personalidad. En las distintas etapas de la vida, buscamos cosas diferentes. Mientras somos jóvenes queremos "pasarlo bien"; con el tiempo, nos decantamos por la seguridad de una pareja estable. Sin duda alguna, el amor evoluciona, pasando por estados de transición. En mi opinión, encontrar el verdadero amor significa recuperar la inocencia, pues el amor es cíclico en esencia. Poco importa a quien le entregamos el cuerpo por primera vez; lo que importa es quien llena nuestra vida de "primeras veces", aquella persona a la que le entregamos el alma.

Cuando nos enamoramos por primera vez, nos entregamos sin reticencia, estamos 100% receptivos al amor. Carecemos de bagaje sentimental, llevamos vacía la maleta. Nuestros referentes son las personas de nuestro entorno, nuestros padres, el cine o la televisión. Creemos ciegamente las promesas del otro, nos emocionamos haciendo planes de futuro; pensamos que hemos encontrado a quien llevábamos tiempo buscando. Nos ilusionamos y si no sale bien (en la mayoría de casos), sufrimos y nos decepcionamos; pero lo superamos. Y seguimos buscando (un grupo especial, lo conforman las personas para las que el amor de su vida resulta ser su primer amor). A esa persona, la recordamos con cariño. Es lo que sucede con el PRIMER AMOR.

Entonces, pagados de nosotros mismos, buscamos pasar buenos momentos sin comprometernos. Conocemos de sobra las intenciones de hombres y mujeres, vamos cargando nuestra maleta de experiencia. Nuestros referentes pasan a ser nuestras propias historias, comparamos lo que unos y otros nos aportan. Creemos "de la misa, la mitad", no pensamos en futuro; solo en conocernos mejor a nosotros mismos por medio de las relaciones con otros. Nos divertimos y si no nos satisface (en la mayoría de casos), pasamos página. A esas personas, a veces, ni las recordamos. Guardamos "cosas" para esa persona especial. Es lo que sucede con las AVENTURAS.

Finalmente, caemos en la cuenta de que lo anterior no nos hace sentir plenos; decidimos que la vida es más fácil estando solos y en ocasiones, incluso nos cerramos al amor. Es en ese momento, cuando afianzamos nuestra postura, cuando volvemos a enamorarnos. Nos sentimos "niños" de nuevo y volvemos al principio; a creer en el otro, a emocionarnos, a hacer planes de futuro; eso sí, con salvedades. Nuestros referentes ahora somos nosotros mismos (y nuestro bagaje) y en nuestra maleta, ya solo queda espacio para esa persona especial; no hay sitio para nadie más. Volvemos a ilusionarnos y si no sale bien, sufrimos más que nunca; no lo superamos. Esta vez, lo entregamos todo. A esa persona, jamás la olvidamos. Es lo que sucede con el AMOR DE NUESTRA VIDA.

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