jueves, 8 de octubre de 2015

La tetralogía de la felicidad

Del libro "La conquista de la voluntad" del psiquiatra español Enrique Rojas, he podido extraer numerosas enseñanzas sobre la motivación, la educación y la búsqueda del sentido de la vida. En esta ocasión, me gustaría transmitiros lo que el autor denomina "tetralogía de la felicidad": tener una personalidad que se ha encontrado a sí misma, vivir de amor, trabajar con sentido y poseer la cultura como fondo; o sea, amor, trabajo y cultura. Desarrollemos en adelante estos puntos.

Primero que nada, para ser feliz lo que necesitamos es afianzar nuestro carácter: convertirnos en personas autosuficientes, con criterio propio y tolerantes a la vez que resistentes a las críticas. Este proceso puede resultar complicado ya que, como criaturas sociales que somos, tendemos a imitar a nuestros congéneres y buscar su aprobación, supeditanto en tanto nuestra propia personalidad. Con el paso del tiempo y las experiencias vividas, descubrimos que "es imposible contentar a todos" y así, adquirimos la potestad de ser felices.

Una vez que nos hemos encontrado a nosotros mismos, nos abrimos al amor (en el sentido más romántico del término) o en su defecto, nos volcamos en el trabajo; dos ingredientes fundamentales de la felicidad. Cuando encontramos a alguien con quien compartir nuestra vida, nos cargamos de energía y aspiramos, con más fuerza si cabe, a alcanzar la plenitud también en el plano laboral. Cuando encontramos nuestra verdadera vocación, ansiamos enormemente tener a alguien con quien compartir nuestros logros y aspiramos, con más fuerza si cabe, a alcanzar la plenitud personal. En este caso, el orden de los factores no altera el producto.

Como véis, el tándem amor-trabajo resulta fundamental de cara a la consecución de la felicidad plena. A este nivel, es muy difícil suplir la ausencia de uno por la presencia exacerbada del otro, es decir, no podemos vivir sólo amando ni tampoco trabajando, más bien 50% de ambos. Y todo ello, siendo personas íntegras y "educadas"; no sólo con buenos modales, sino con cultura e información, dos de los principales engranajes de las relaciones humanas.

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