martes, 6 de octubre de 2015

Profetas del amor

Immanuel Kant, uno de los filósofos más importantes de la Edad Moderna, decía que "podemos juzgar el corazón de una persona por la forma en que trata a los animales". Si bien esto es algo que podemos constatar en la gente de nuestro entorno, me gustaría añadir algo y es que, a mi modo de ver, no sólo "los animales son mejores que las personas" sino que las hacen "mejores personas". Eso pienso yo, como veterinaria, en tanto que humanista.

Los animales no albergan rencor, no sienten animadversión hacia sus congéneres, sólo nos dan amor. Ejemplos, hay muchos, quizás sea más patente en las mascotas que en los animales de producción (los que nos dan alimento, a los que dedicaré otro post). Uno de los más claros es el de los perros maltratados que, en lugar de odiar al "hombre", acuden de nuevo a él, en busca de cariño y comprensión. Y a esa persona, lejos de temerla, la idolatran, la transforman en un dios.

En el mundo animal, no existe la discriminación; su ética, su moral es superior. Cuando perros de distintas razas/tamaños/características se encuentran, lejos de rechazarse, ávidos de contacto y descubrimiento, se olfatean, juegan y enseguida, se hacen amigos. No ocurre esto con las personas, a las que la sola diferencia de raza les inspira desconfianza; y lo mismo ocurre con el sexo, la apariencia o la edad. No hay idiomas en el reino animal, sólo un lenguaje único y universal, el amor.

A modo de conclusión, os diré algo curioso y es que cuando conozco a alguien, me resulta fácil saber si esa persona tiene animales o ha convivido con ellos en algún momento. Es su comportamiento "para con las personas", el que me aporta dicha información. El respeto a la vida, la empatía y el agradecimiento son, entre otros muchos, valores estrechamente ligados al amor por los animales. Y si los tenemos, es por que ellos nos los han enseñado.

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