jueves, 1 de octubre de 2015

Carta a una amiga perdida

Querida amiga perdida,

Ha pasado mucho desde que dejamos de ser inseparables, nueve años para ser exactos. Después de tanto tiempo, ni tú ni yo somos las mismas. Sin embargo, hay días en los que te recuerdo, me pregunto cómo te irá la vida y como ya no hablamos, lo consulto en Facebook. Esos días me invaden antiguos sentimientos, la nostalgia se apodera de mí y mi mente retorna al patio del colegio. Cuando andábamos juntas de la mano, jugábamos a la Nintendo y por falta de WhatsApp, hablábamos diariamente por teléfono.

Son muchos los momentos, muchos los recuerdos. Quince años siendo uña y carne, increíblemente intensos. El día en que nos hicimos "mejores amigas", mi abuelo siempre lo recuerda. Aún no habíamos empezado el cole, íbamos a buscar a nuestros hermanos, te acercaste a mí y me dijiste "niña, juega conmigo". Y así empezó todo. En clase, éramos una piña; los demás se metían con nosotros, nos llamaban "chaponas"; a mí, "enana" y a ti "gorda". Y cuanto más nos repetían esas palabras, más unidas nos sentíamos; nos refugiábamos una en la otra.

A los doce años, pasamos del colegio al instituto. Vivimos un auténtico drama al enterarnos de que no estábamos en la misma clase. Después de un sinfín de llantos, nos resignamos a pasar juntas los recreos, eso mejor que nada. En aquellos años, experimentamos muchos cambios. Yo aún estaba forjando mi carácter; el tuyo, ya era patente por aquel entonces y me defendías de cualquiera que "osase" insultarme. Éramos muy distintas pero nos compenetrábamos perfectamente. Tú me imprimías "garra", me empujabas hacia adelante; yo estaba ahí para calmar los ánimos, para tranquilizarte.

Finalmente, nos fuimos a la universidad. Ya no estábamos en la misma ciudad, iba a ser complicado salvaguardar nuestra amistad. Nuestras respectivas carreras absorbieron gran parte de nuestro tiempo, hicimos nuevos amigos y experimentamos categóricos cambios. Jamás nos enfadamos, nunca discutimos; fue la desidia quizás, quien se encargó de matar lo nuestro. Es por eso que no puedo albergar ningún tipo de resentimiento; es por eso que deseo que seas muy feliz; es por eso que no dejo de añorar aquel tiempo.

No te olvido,

Fdo: tu amiga perdida

1 comentario: