Recuerdo que hubo un tiempo en el que
vivimos sin preocupaciones, los protagonistas eran “esos locos bajitos”, la
película “aquellos maravillosos años”. Nuestras únicas obligaciones eran
preparar la mochila, tener una libreta para cada asignatura y hacer los deberes
viendo el “Xabarín club” (mis favoritos, Dragon Ball y El mundo de Beakman). Por
aquel entonces, no teníamos Whatsap pero sí Tamagotchi. Coleccionábamos tazos,
gogos y cromos de Panini. Mención de honor a aquellos que completaban el álbum,
porque a todos nos faltaban los mismos. Jugábamos a la comba, al truco, al
brilé, al “declaro la guerra a mi peor enemigo” (si alguien recuerda el nombre
de ese juego, agradezco lo apunte) y, por supuesto, a las palmas. Descubrimos
curiosos objetos como el yoyó, la peonza o el diavolo.
En clase de música, aprendimos a
tocar el xilófono, el triángulo y la flauta (al ritmo de TI MI LI). En clase de
gimnasia, aprendimos a respirar (“dentro, dentro, dentro… fuera”). En clase de
plástica, hicimos nuestras pequeñas obras de arte con palillos y plastilina. Pero
sin duda, los sucesos más importantes acaecieron en el patio del cole. Pues allí
experimentamos nuestros primeros amores y desamores; dimos también nuestros
primeros besos (aunque fuera jugando a “Toma tomate tómalo”). Sufrimos caídas jugando
al caza-niños/as; nos vimos obligados a ingerir las hojas de los árboles en
otoño, imitamos a las “Spice Girls” y disputamos partidillos de fútbol y
voleibol, entre otras muchas cosas.
Como sabéis el tiempo no se detiene y
las personas han de separarse para forjar su propio camino. Pero de vez en
cuando, se apodera de nosotros la melancolía. Y pasados los años, nos
rencontramos con nuestros compañeros del cole y nos alegramos de que les vaya
bien la vida, de que hayan encontrado pareja o de que hayan montado su propio
negocio. Pues “esos locos bajitos” se habrán convertido en médicos,
periodistas, fisioterapeutas, profesores, ingenieros, psicólogos o músicos de éxito.
Y la vida de esos locos bajitos se prolonga hasta la Universidad, donde siguen en estado de guardería y algunos aun lo prolongan más con becas y docctorados, y siguen como locos bajitos hasta la jubilación...
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