lunes, 6 de julio de 2015

A lo bueno, nos acostumbramos

Hay momentos en los que sentimos que nuestra vida nos aburre, que necesitamos un cambio, ya sea en lo que concierne al trabajo, los sitios que frecuentamos o las personas que vemos a diario. En este sentido, los científicos corroboran que "oxigenar" nuestra rutina es muy necesario de vez en cuando. No es que seamos infelices en el presente, sino que ansiamos un futuro en el que podríamos ser aún más felices. Sin embargo, lejos de obsesionarnos con el fin último, hemos de disfrutar el camino.

Recientemente y gracias a la lectura del libro "Los mitos de la felicidad" de Sonja Lyubomirsky, he descubierto que los seres humanos padecemos lo que se conoce como "adaptación hedonista", esto es, rápidamente nos acostumbramos a las cosas buenas de la vida. De esta forma, la satisfacción derivada de la consecución de un determinado logro dura sólo unos minutos/ días, dando paso nuevamente al hastío o la sensación de vacío. De ahí la importancia, de exprimir al máximo los "preparativos", dar importancia a las pequeñas cosas y al momento en el que vivimos.

Uno de los ejemplos más claros de adaptación hedonista es el de la cocina, en la que invertimos tiempo y esfuerzo en preparar un plato que desaparece en unos minutos. El bienestar que nos proporciona la ingestión del mismo es efímero, dura lo que tardamos en comérnoslo; luego pensamos "qué poco agradecido es esto". Lo mismo sucede con un viaje que llevamos tiempo preparando o cuando "conseguimos" a ese alguien que atraía nuestra atención. Consumada la tarea, la euforia inicial pronto da paso al aburrimiento. 

Lo cierto es que nuestra sociedad peca muchas veces de pragmatismo; nos obsesionamos con el objetivo, olvidándonos de valorar el camino que nos lleva a conseguirlo. Yo misma cometo este error. De nada vale, sin embargo, amargarse en un trabajo mientras no accedemos al que nos apasiona, es probable que cuando lo consigamos, nuestra visión cambie. De nada vale esmerarse en cocinar algo y no disfrutar en el proceso, pues una vez concluido, sabemos seguro que ya no nos satisface. De nada vale, "ir a saco" con alguien pues el juego de la seducción nos resulta mucho más estimulante.

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