sábado, 24 de mayo de 2014

El genérico de los ansiolíticos es el abrazo

No hay nada en el mundo más reconfortante que un abrazo. Cuando abrazamos a alguien, el tiempo se detiene y la mente se queda en blanco; en ese instante, no pensamos en nada, nos aislamos del entorno (lo que algunos consiguen con meditación) y lo único que sentimos es el latido del corazón del otro. No os parece algo mágico? A mí, siempre me ha llamado la atención. Y es que lo de que "una imagen vale más que mil palabras", podría aplicarse también a un abrazo; un simple gesto que, en muchas ocasiones, transmite más que cualquier cosa que podamos llegar a decir. Mi consejo, en este punto, es el siguiente: "Si no sabes que decirle a alguien, tan solo abrázalo" (original quote by Eva Cabanelas).

Como mamíferos que somos, los seres humanos necesitamos del contacto físico en aras de un correcto desarrollo y bienestar. Muestra de lo imprescindible que resulta dicho contacto, es el caso de los niños huérfanos de la Segunda Guerra Mundial; los cuales, a pesar de recibir adecuados cuidados médicos, se veían condenados a una muerte precoz, asociada a posteriori, a la falta de cariño y contacto con otras personas (estudios de este tipo hay cientos en la red). Es la piel, además, el órgano más extenso y sensible de nuestro cuerpo. De todos los sentidos, el tacto es el que tenemos más desaprovechado y, a su vez, el que más beneficios nos reporta. La mejor forma de cultivarlo es a través de los abrazos. "Son necesarios cuatro abrazos diarios para sobrevivir, ocho para mantenerse y doce para crecer"; o eso he leído por ahí.

Según los expertos, un abrazo desencadena en el cuerpo una descarga de sustancias químicas (endorfinas, oxitocina, serotonina y dopamina) que, en última instancia, nos hacen sentir bien. Un solo abrazo, por tanto, posee efectos terapéuticos miles como la reducción de la presión arterial, la estimulación del transporte de oxígeno en el organismo (efecto idéntico al del deporte), el retraso del envejecimiento o la mejora del sistema inmunológico. Al margen de los beneficios físicos (científicamente probados), un abrazo es capaz de aliviar la ansiedad y el estrés, curar el insomnio y el bloqueo emocional, fortalecer la autoestima y potenciar la resiliencia (capacidad de sobreponerse a los fracasos). Un solo abrazo nos da protección, seguridad, confianza, fortaleza y, por supuesto, salud.

Los abrazos abren la puerta a los sentimientos, llenan los espacios vacíos en nuestra vida y hacen los días felices, más felices si cabe. Los hay de muchos tipos. "Abrazo de oso" cuando una de las personas es más alta que la otra; "abrazo de mejillas", ideal para una ocasión feliz; "abrazo sándwich", formado por tres personas; "abrazo por la espalda", cuando el que abraza se aproxima por detrás (romántico en pareja, tierno entre padre e hijo); "abrazo de costado" para pasear acompañados; "abrazo grupal" para motivarse los íntimos amigos; "abrazo impetuoso" para desear suerte de forma rápida; "abrazo oriental", que entrelaza los cuerpos y busca la conexión espiritual y, como no, la forma más sublime de abrazo, el "abrazo de corazón", tan largo como genuino; sincero como placentero y gratuito como impagable (simplemente "priceless").

2 comentarios:

  1. También hay una parte muy importante que es reencontrarse con el placer más elemental y más atávico. El tacto es el primer sentido que se desarrolla en la infancia y es fascinante ver a los niños el modo en como lo disfrutan sin ningún tipo de connotación e intención oculta.

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  2. Totalmente de acuerdo!!! Atávico? Me gusta ese vocablo ;)

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