lunes, 26 de mayo de 2014

Oda al balompié

De una forma u otra, el fútbol siempre ha estado presente en mi vida. Sea porque mi padre, siendo una niña, me llevase con él a los entrenamientos de tercera regional; sea por lo bien que lo pasaba en los partidillos de fin de semana en la aldea o por las risas que me echo al oir los improperios que la gente dedica a los árbitros (sin importar de qué división se trate). Lo que más me fascina del fútbol, en todo caso, es la cantidad de emociones que genera en las personas, haciendo posible que dos desconocidos se abracen o que dos íntimos amigos acaben enfrentándose por defender sus colores. Es por eso que, desde mi total desconocimiento, quiero compartir con vosotros la visión que tengo de este deporte; pensaréis muchos que un tanto "naive"; ciertamente, pero como siempre extraigo lo positivo del tema.

El fútbol, como todos los deportes de equipo, se fundamenta en los principios de la cooperación y el compañerismo. Ese es su origen y, al margen de los intereses económicos que suele haber detrás, son dichos principios los que hacen grande este deporte. El fútbol fomenta el altruísmo, al sacrificar el buen deportista, el éxito individual en favor del triunfo colectivo. Crea vínculos extremadamente fuertes entre los miembros del equipo, trascendiendo estos al ámbito de lo personal y convirtiéndose los compañeros en  grandes amigos. Estimula la capacidad de superación (a través de la competitividad), al tiempo que, enseña a encajar las derrotas y gestionar los fracasos. El fútbol fabrica ídolos que hacen sonreír a los niños y devuelven la ilusión a países enteros; el fútbol nos hace olvidar los problemas en determinados momentos y nos proporciona ejemplos de que los sueños se pueden cumplir.

Nos guste o no, "el fútbol mueve montañas". Traspasa las pantallas y arranca lágrimas (de alegría o tristeza, eso depende). Arrastra miles de personas de unos estadios a otros. Permite a las personas sentir que forman parte de un grupo, de una entidad mayor que sí mismos (llamésmole afición). Genera muchos ingresos, aunque vayan a parar al bolsillo de unos pocos. Da a conocer ciertos países fuera de sus fronteras (a España, sin ir más lejos, se la conoce por la Selección). Y, de vez en cuando, crea estrellas que prestan su imagen y, en ocasiones, su dinero, a fines solidarios. Personas humildes y con carisma, muy queridas por la población en general, incluyéndose no futboleros.

Dice mi abuelo que "no se nos va la vida en ello", refiriéndose a que esta no cambia sustancialmente porque gane o pierda un equipo o el otro. Y tiene razón. Pero a pesar de eso, hay que reconocer que el fútbol aporta pluses de felicidad a los aficionados; es tema de conversación con cualquier persona y en cualquier lugar; reune a familias enteras en el campo o frente al televisor y alimenta el sentimento de unión entre personas, pueblos y naciones. Y hasta ahí puedo llegar; yo no entiendo el "fuera de juego"; mis disculpas a todos aquellos que han intentado explicármelo una y otra vez, sobre todo a mi padre.

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