jueves, 14 de agosto de 2014

En qué piensan las mujeres...


Las mujeres piensan en muchas cosas. Algunas, en estar siempre guapas, cumplir con las expectativas de su sexo e incluso, renunciar a sus ideales y así agradar a los hombres; siendo incapaces de estar solas. Otras, en sentirse bien consigo mismas y, al margen de las expectativas de su sexo, ser fieles a sus ideales e interactuar con los hombres; siendo perfectamente capaces de estar solas.

Los hombres, por su parte, se esfuerzan en entenderlas; quizás, no lo consigan nunca. A favor de ellos, diré que el cine y la televisión los confunden. Porque las mujeres de hoy en día, no son como las de las películas. No todas desean tener un “novio” que las lleve al altar vestidas de blanco pero sí, alguien que esté a su lado (sin necesidad de ponerle nombre) y las haga sentir especiales. Ya lo decía Sabina, que “las niñas, ya no quieren ser princesas”. Lo que no es ningún cliché, sin embargo, es que las mujeres son inseguras por naturaleza; han de serlo, la biología las empuja a ello. Y ahí es donde los hombres entran en juego; en muchos casos, para alimentar su confianza y, desafortunadamente en algunos, para arrebatársela.

Si bien es cierto que la autoconfianza no ha de estar condicionada por lo que piensen los demás (en este caso, el género opuesto); el concepto de uno mismo lo construimos gracias a la percepción que los demás tienen de nosotros. Este hecho es especialmente importante para las mujeres; preocupadas a menudo por la imagen que proyectan para con el sexo opuesto. Una imagen que, a veces, no se corresponde con la realidad; pero que si recibe un refuerzo por parte del género masculino, ellas mismas acaban creyendo. Me viene a la cabeza el ejemplo citado mil veces; el hombre que está con muchas mujeres y adquiere gran reputación; la mujer que está con muchos hombres y a reputación; le sobran sílabas.

Llegados a este punto, lo ideal sería que por un lado, las mujeres no supeditasen la confianza en ellas mismas al criterio de los que no entienden (y tampoco tienen culpa de no hacerlo); y por el otro, que los hombres, se pusiesen momentáneamente en la piel de las mujeres e intentaran comprender precisamente eso, lo que implica ser mujer. Yo, solidarizada con el sexo masculino, ofrezco a mis lectores, algunos de los pensamientos femeninos más recurrentes. Una síntesis breve, enumerarlos todos os haría enloquecer.
 “Al sol, se me ven pelillos en las piernas (ya no sé cuál es el mejor método de depilación). Tengo las puntas abiertas (y qué cara es la peluquería). Esa lleva el mismo modelo que yo (Dios maldiga a Inditex);  tengo que cambiarlo en la próxima celebración. El bolso y los zapatos no combinan (maldición). Quiero ponerme una camiseta de tiras/palabra de honor y se me ve el sujetador (una catástrofe, como no). Si le digo de quedar, va a pensar que soy una chica fácil (ni de broma, me hago la difícil porque a ellos, es lo que les gusta). Me encanta que tenga detalles conmigo y que se acuerde de mis cosas (pero no se lo digo porque tiene que salir de él; si no, ya no me vale). Me apetece comer chocolate o golosinas; aunque luego me siento mal (lo compenso con un poco de ejercicio, no vaya a ser que si engordo unos kilillos le deje de gustar)”. Y un largo etcétera de cosas absurdas.

Con esto, no pretendo ridiculizar al género femenino; solo relatar hechos verídicos en clave humorística (no me negaréis, chicas, que digo la verdad). Aunque siempre hay “individuas” que difieren de la mayoría; yo misma, soy un ejemplo; pero no, el único. 

Nota. Al releer este texto que escribí hace unos días, decidí eliminar un párrafo del original concerniente a mi persona. Todos aquellos interesados/as en leerlo, no tenéis más que mandarme un mensaje privado y lo recibiréis en vuestro corréo. Siempre, al servicio de mis fieles lectores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario