Las primeras citas son una herramienta indispensable
para evaluar la compatibilidad entre dos personas, pudiendo ocurrir dos cosas;
que funcione o que no. Cuando invitamos a alguien a salir (en el sentido
romántico del término, quiero decir) es porque esa persona “nos gusta” o lo que
es lo mismo, nos atrae físicamente. A nivel biológico, sucede que nuestros
sistemas inmunitarios son diferentes y compatibles; esto es, somos válidos para
procrear juntos. “Biológicamente compatibles”, primera prueba superada. La clave
es lo que pasa después, cuando vamos más allá de la simple atracción. Porque la
conversación y los intereses en común son los que nos empujan a querer pasar
más tiempo con esa persona, a seguir conociéndola y en último término a
categorizarla de una u otra forma.
A veces, quedamos con alguien que nos gusta y
descubrimos, en una primera cita, que somos radicalmente opuestos; lo que yo
llamo, “personalmente incompatibles”. No prestamos atención a lo que esa
persona nos dice; solo pensamos en satisfacer nuestros instintos (algo
perfectamente válido, por otra parte). Lo que nos une es el deseo por el otro y
no sentimos la necesidad de compartir nuestro tiempo o inquietudes con
aquel/aquella con el que apenas sintonizamos. Disfrutamos del tiempo que
pasamos juntos pero no le echamos de menos cuando no está; pensamos en esa
persona puntualmente. Por mucho que nos veamos, no corremos peligro de “engancharnos”.
Segunda prueba no superada; no hay riesgo de enamoramiento, forma de amor “libre”;
no condiciona nuestra vida. Nos hace felices.
Otras veces, quedamos con alguien que nos gusta y
descubrimos, en una primera cita, que tenemos muchas cosas en común; lo que yo
llamo, “personalmente compatibles”. Prestamos atención a lo que esa persona nos
dice; pensamos en satisfacer nuestra curiosidad por el otro, queremos saber
más. Lo que nos une es el interés por la otra persona y sentimos la necesidad
de compartir nuestro tiempo e inquietudes con aquel/aquella con quien nos
identificamos. Disfrutamos del tiempo que pasamos juntos y, además, le echamos
de menos cuando no está; pensamos en esa persona
frecuentemente. Cuanto más nos veamos; más peligro corremos de “engancharnos”. Segunda
prueba superada; riesgo de enamoramiento, forma de amor “cautivo”; condiciona
nuestra vida. Nos hace más felices si cabe.
El resultado de una primera cita no lo podemos
prever de antemano; es por eso que, debemos acudir a ellas, experimentarlas,
darle al otro la oportunidad de expresarse. Si alguien nos gusta, es lógico que
intentemos conocerlo; ya descubriremos con qué expectativas. Y si resulta que
no las tenemos, lo lógico es que seamos sinceros y disfrutemos del momento. Porque
superemos o no la segunda prueba (que constituye la primera cita), es lícito
que nos amemos. Al fin y al cabo, el amor en cualquiera de sus formas, nos hace
felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario