miércoles, 20 de agosto de 2014

Y quien es él...

Llevaba varios años observándolo; viéndolo desde la distancia, por la provincia de Ourense y más allá. Su timidez, sus gestos tiernos con los niños, sus guiños de ojos. Hace un año, tuve la oportunidad de intercambiar con él un par de palabras. Era difícil, pero encontré el momento perfecto para acercarme; estaba solo, solo con su guitarra; sin una multitud de mujeres ansiosas gritando alrededor. A mí, me temblaban las piernas. Él, me dedicó la mejor de sus sonrisas. Cuando le pedí una foto, me abrazó fuerte y me trató con cariño, me hizo sentir especial. Estoy segura que lo hizo por mí como lo haría por cualquiera; manteniendo la compostura frente a comentarios más o menos coherentes. Los nervios que nos traicionan; santa paciencia la suya.

A él no le gusta ser protagonista, se mantiene en segundo plano; humilde y reservado. Cuando sale al centro del escenario, todas las cámaras lo enfocan; y las chicas se miran, poniendo la mano en el corazón. Él, reparte guiños y sonrisas, da la mano a quien se la tiende y, hace a la gente feliz. Cuando canta, lo hace de maravilla, como corista o voz principal. Gestos cómplices con sus compañeros; en contadas ocasiones, le escuchamos hablar. Gran talento musical pero también personal. Suma delicadeza para con su guitarra; lo mismo, para con sus admiradoras. Con imagen de chico duro pero tremendo corazón; o al menos esa es mi impresión. Con su inseparable cigarrillo. Un rebelde sin causa. Un James Dean al estilo gallego, con seseo, de las “Rías Baixas”.

A diferencia de otros artistas vinculados al fenómeno fan, cuando pienso en él, veo a un ídolo de verdad (en el sentido de, lo admiro o me gustaría ser como él). Un ídolo local del que podría aprender cualquier ídolo internacional. Un ídolo que no hace alarde de su belleza, que no se publicita, que sólo disfruta con lo que ama. Que es guapo y como digo yo, “no lo sabe”. Que no busca que se lo recuerden. Que, incluso los chicos, admiran (aunque a veces se celen un poco, eso sí). Que, a pesar del cansancio, nunca tiene un mal gesto con el público. Que vive lo que hace y que contagia su pasión. Él, sin ir más lejos, es una de las razones por las que yo, quise aprender a tocar la guitarra.

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