lunes, 17 de noviembre de 2014

De tal palo, tal astilla

Eso dice el viejo refrán. Y lo cierto es que cuando somos niños, de quien aprendemos, a quien imitamos en primera instancia, es a nuestros padres. Ellos son nuestros modelos a seguir, nos crean "a su imagen y semejanza", nos definen en la infancia. Existen muchísimos estilos de padres y madres que, a modo resumen, podríamos clasificar en cuatro: autoritario, permisivo, democrático y sobreprotector. Analicemos cada uno con detenimiento, veamos porqué somos como somos.

AUTORITARIO. Se caracteriza por un alto control del comportamiento de su hijo y una elevada exigencia de madurez; sin embargo, escatima en comunicación y afecto. Un padre autoriario da lugar a un hijo obediente y ordenado, pero poco tenaz y afectuoso. Estos niños presentan una baja autoestima, dependen del control externo y tienen dificultades para relacionarse.

PERMISIVO. Justo lo contrario que el anterior; no escatima en comunicación y afecto; sin embargo, ejerce un bajo control sobre el comportamiento y apenas exige madurez. Un padre permisivo genera un hijo vital y alegre, aunque inmaduro y caprichoso. Estos niños presentan igualmente una baja autoestima, asumen pocas responsabilidades y tienen dificultades para el trabajo en equipo.

DEMOCRÁTICO. Se caracteriza por su ecuanimidad en todos los aspectos; ejerce control sobre el comportamiento y exige madurez, al tiempo que es comunicativo y afectuoso. Un padre democrático da lugar a un hijo alegre y con iniciativa, persistente en las tareas y altamente integrado con los demás. Estos niños tienen una alta autoestima y seguridad en sí mismos, valoran las cosas y se autocontrolan.

SOBREPROTECTOR. Da lo "mejor" de sí mismo en la mayoría de aspectos, incluyendo control del comportamiento, comunicación y afecto; sin embargo, "cojea" en un pilar fundamental, apenas exige madurez. Un padre sobreprotector genera un hijo inseguro, egoísta y con escaso autocontrol. Estos niños no toleran la frustración, no valoran las cosas y tienen serias dificultades para la independencia.

Obviamente, estas categorías no son excluyentes; hay padres que presentan rasgos de unas y otras. No debemos olvidar que, independientemente de lo bien o mal que lo haga, "un padre siempre quiere lo mejor para su hijo", darle lo que él no tuvo, evitarle avatares vitales. Lo que ocurre, en estos casos, es que con la mejor de las intenciones, ciertos padres hacen a sus hijos "un flaco favor". No les dan la oportunidad de equivocarse, de "volar solos", de ser autosuficientes. No les enseñan como lidiar con sus propios fracasos; animándolos a desplegar sus alas, haciéndoles saber que los recogerán si se caen (instigándolos siempre a ir hacia delante). Eso, solo los padres democráticos lo hacen.

En mi opinión, ser padre/madre es una de las tareas más difíciles del mundo; ni mucho menos, soy quien para criticarlos, todo lo contrario, lo único que hago es admirarlos. No hay fórmulas mágicas o técnicas infalibles (lo siento por "Supernanny") ni tampoco academias donde nos preparen. Supongo que, como en la mayoría de las cosas, la única forma de aprender es equivocándonos, algo a lo que todos, padres e hijos, tenemos derecho. Yo, estoy muy orgullosa de lo que soy, pero el mérito no es mío, es 100% de mis padres. Los hijos no somos más que el fruto de la semilla que ellos sembraron.

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