martes, 4 de noviembre de 2014

La vida es sueño

Ya lo decía Calderón de la Barca, que "la vida es sueño y los sueños, sueños son ". Y es que los seres humanos pasamos una tercera parte de nuestras vidas durmiendo, concretamente algo más de 23 años. Como sabemos, la mayor parte de los sueños (al menos los que recordamos) tienen lugar durante la llamada fase REM, que representa el 20% del tiempo que pasamos durmiendo; lo que suma un total de casi cinco años soñando. Un tiempo nada desdeñable, por tanto, el que pasamos sumergidos en el enigmático mundo de los sueños.

La interpretación de los sueños ha sido un tema ampliamente discutido a lo largo de la historia. Los sueños son una fuente de conocimiento para los chamanes o una expresión del subconsciente para la psicología freudiana. En todo caso, en ellos se mezclan elementos de nuestra vida cotidiana con elementos fantásticos, que carecen de explicación aparente pero que en algún momento, fueron registrados por nuestro cerebro (una película, un libro, una melodia...). Unos y otros dan forma a esas historias que protagonizamos o atestiguamos sin salir de nuestra propia cama; esos sueños de los que deseamos fervientemente despertarnos (pesadillas) o no despertar nunca ("sweet dreams").

A mí, el mundo de los sueños siempre me ha parecido muy interesante; será por lo mucho que sueño o por lo increíblemente extraños que son algunos de mis sueños (los de parásitos ocupan el podio). Por esa razón, decidí comprarme el manual "50 sueños esenciales" de Clara Tahoces, del que me serviré en este post para explicar el significado de algunos sueños que ciertas personas han compartido amablemente conmigo.

Casi todo el mundo ha soñado alguna vez con la perdida de sus dientes; algo fácil de recordar, ya que por lo general, se trata de un sueño angustioso. Soñar que perdemos un diente refleja sensación de frustración o fracaso; indica que existen temores ocultos ante situaciones a las que no sabemos hacer frente, que nos desbordan. Lo que es más sorprendente aún es que cada diente posee su propio simbolismo. Los incisivos, que enseñamos al sonreir y hablar, indican la apariencia que proyectamos al exterior, la belleza. Los molares, que usamos para masticar, son un símbolo de perseverancia y obstinación. Los caninos, cuya función es desgarrar, son emblemas de agresividad.

Otro sueño muy recurrente es el de volar; se trata de un deseo de sublimación, de la búsqueda de armonía. Los sueños en los que volamos, sin necesidad de artilugios, en los que simplemente nos elevamos y flotamos, reflejan nuestros deseos de evadirnos de los problemas de la vida real. Si nos caemos o no podemos "alzar el vuelo" significa que no somos capaces de desligarnos de nuestras preocupaciones, muy presentes en nuestra vida.

El agua es un elemento muy presente en el mundo onírico y sus significados son diversos; el agua es en origen, fuente de vida, de ahí su importancia. El agua representa el inconsciente, donde residen los contenidos del alma que pugnan por aflorar al consciente. Concretamente, el río simboliza el discurrir de nuestra vida, la fertilidad y la regeneración. Soñar con un río que discurre plácidamente es una señal de bienestar y tranquilidad. Un río desbordado, en cambio, implica malestar, emociones al límite. Si sus aguas son cristalinas es que somos felices; si aparecen turbias, existe un cierto pesar debido a la naturaleza de nuestras emociones, que consideramos impuras. 

Otros sueños que todos tenemos aunque nos neguemos a confesar, son los relacionados con el sexo. La unión sexual, sea del tipo que sea, habla de la fusión y la búsqueda de la unidad. Por lo general, revelan escasez de relaciones en la vida real; en este caso, los sueños versan sobre masturbación y relaciones sexuales desenfrenadas. Otras veces, el soñador mantiene relaciones íntimas con alguien conocido; aunque sea improbable que algo así se materialice en la vida real; existe algún tipo de atracción hacia esa persona o aspecto de su carácter. Por otro lado, no es infrecuente que los sueños sexuales se transformen en situaciones morbosas que nos cuesta reconocer en público; el mensaje que subyace es el de la monotonía, un aviso de que necesitamos innovar nuestra vida sexual.

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