lunes, 14 de septiembre de 2015

Yo, polinizadora

Ríos y ríos de tinta han corrido en este país sobre la mala gestión del trabajo, la repartición de tareas, los horarios laborales o los plazos de entrega; bien sabido es que "en España, dejamos todo para el último momento". Seguimos obsesionados con la cantidad de horas trabajadas frente a la calidad de las mismas; los jefes no contemplan, por ejemplo, el hecho de que podamos trabajar desde casa, nos obligan a estar en la oficina aunque no tengamos que hacer, siempre disponibles a sus necesidades.

Con mucha frecuencia, los jefes demandan también que una persona tenga no una sino diversas competencias, por el simple hecho de que es más rentable pagarle a uno que haga varias tareas y no, emplear a varios especialistas. Además, existe en las empresas, una clara tendencia a "compararse con el vecino" (que si trabaja menos y cobra más, que no da el callo, que se va antes de tiempo, etc.), olvidando que muy probablemente, la gente por ser diferente, cumple distintas funciones.

En un curso online sobre creatividad, aprendí que existen cinco tipos de personalidades en lo que concierne al trabajo: antropólogo, experimentador, saltador de obstáculos, colaborador y polinizador. Todos ellos son necesarios para que una empresa tenga éxito; todos ellos son la clave de un trabajo bien hecho. Mientras que el antropólogo es especialista en personas, el experimentador lo es en objetos; uno es altamente eficaz obteniendo resultados y el otro, comunicándolos.

El saltador de obstáculos, por su parte, es una persona tenaz, que emplea mucho tiempo en hacer lo que hace, y cuyas principales características son la paciencia y el esfuerzo. El colaborador es una figura fundamental, con un don para las relaciones sociales, que actúa como mediador entre jefes y trabajadores. Por último, está el polinizador, esa persona que se interesa por campos diversos, que actúa como un "outsider" y que, en la mayoría de ocasiones, es tildado de "esquirol" o "bicho raro".

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