martes, 1 de septiembre de 2015

El decálogo del amor

"El amor que es vida. Todas las claves de vivir para amar y amar para vivir", reza el título del nuevo libro de Bernabé Tierno, psicólogo y pedagogo, además de escritor y superviviente de cáncer. En sus páginas, se acumulan innumerables citas sobre el amor, así como testimonios de personas que nos enseñan que "el amor es la fuerza incontenible de nuestra vida: la energía más potente, el quinto elemento". En cuanto a la reseña de este libro, me gustaría destacar los diez tipos de amor a los que hace mención, pues como digo siempre, no sólo existe el "amor de pareja" en el sentido más tradicional, sino un sinfín de formas de amor.

En primer lugar, el "amor de familia", por definición incondicional, que se hace patente especialmente en casos de enfermedad. En este sentido, la familia es quien está a nuestro lado de forma permanente, para ofrecernos su apoyo en momentos bajos, alentarnos cuando perdemos la esperanza y convencernos de que merece la pena seguir luchando. Asimismo, existe lo que en el libro se denomina, "los discapacitados y el amor", personas con deficiencias físicas/psíquicas para las que el amor representa el principal punto de anclaje a la vida. Mención especial merece la elevada inteligencia emocional de las personas aquejadas de algún déficit cognitivo-intelectual (p.ej., síndrome de Down).

En lo que respecta al amor romántico, existe "el amor entre personas con una gran diferencia de edad", que si bien ha de hacer frente a las habladurías de la gente, se ve fortalecido por el sentimiento de unión frente a la dificultad, pues "la igualdad no es una regla en la gramática del amor". Por otro lado, está "el amor de amistad", uno de las formas más puras y sólidas de amor, que nace de un "feeling especial", permanece en la dificultad y es resistente a la distancia, al paso del tiempo y a los posibles desencuentros Ademas, está el "amor de generosidad", el de aquellos que ayudan a los que no tienen nada; es un amor altruista que no espera recibir nada a cambio, pero contribuye enormemente a la plenitud personal de quien lo profesa.

En cuanto al ámbito profesional, está el "amor al trabajo", que caracteriza a los que hacen de su ocupación una forma de ayuda a los demás. Nótese que la gratificación laboral procede fundamentalmente de las repercursiones positivas en la vida de otros; así que como siempre, han de estar implicadas personas. Por otra parte, existe el "amor a la naturaleza, la belleza y la vida", el que sienten las personas que viven en armonía con el entorno, que intentan minimizar su impacto sobre el mundo y respetan cualquier criatura viviente. En lo que concierne al plano espiritual, está "el amor hacia un ser superior, hacia la humanidad". Más allá de la religión, este tipo de amor lo profesan aquellas personas que creen en la bondad, ya sea de un ser misericordioso o del género humano en general; actuando como emisarios de amor allá donde van.

Por último y no menos importante, está el "amor a nuestros hermanos menores, los animales", esas criaturas que nos dan el más incondicional de todos lo amores y que por eso mismo, son indefensas y vulnerables. Por supuesto, amar a los animales no es incompatible con amar a las personas; más bien al contrario, es equivalente y complementario. Igualmente, amar a los animales no significa sólo querer mucho a nuestro perro, gato o "bicho" en cuestión, la magia de este amor se establece en nosotros cuando vemos a un animal herido y no podemos pasar de largo, cuando condenamos su maltrato y somos sensibles a su sufrimiento (algo que con frecuencia nos sucede en las películas). Eso, es AMOR con mayúsculas.

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