sábado, 27 de diciembre de 2014

Hay dos clases de personas

Así, reza uno de los cortos más conmovedores que he visto últimamente, protagonizado por Miguel Ángel Muñoz y Manuela Vellés y que, por cierto, os recomiendo. Si bien en este post, no voy a hablar de amor, el título del mismo me sirve para introducir el tema de hoy. Y es que, de acuerdo con la psicóloga María Jesús Álava Reyes, el mundo, se divide en dos tipos de personas: "secantes" y "cascabeles". Descubramos cuales son las características de unos y otros, las dos caras del imán, el porqué huimos de ciertas personas y nos arrimamos a otras.

Por un lado, están las personas "secantes" que absorben toda la energía que hay a su alrededor; algunos los conocen como "vampiros emocionales". Estas personas siempre se están quejando y compadeciendo, lamentándose de su mala suerte. El suyo es el peor trabajo del mundo, su vida la más complicada y sus problemas los más importantes. Estas personas no se alegran por la dicha ajena, más bien al contrario, les fastidia que otros sean felices. Acaban por agotar a sus allegados y terminan produciendo un rechazo generalizado, llegando incluso a quedarse solos. Hablando de imanes, estas personas desencadenan un "efecto repulsión". 

Por otro lado, están las personas "cascabeles" que siempre parecen estar de buen humor, desprenden energía positiva y son paradigmas de felicidad. Estas personas se sienten increíblemente agradecidas por lo que tienen y no les preocupa lo que les falta. Saben como relativizar los problemas, son conscientes de que los suyos no son los peores. Estas personas se alegran enormemente por la dicha ajena; llegando incluso esta, a hacerles más felices que la propia. Sus allegados desean en todo momento tenerlas cerca y son aceptadas de forma inmediata por los desconocidos, estando siempre rodeadas de gente. Hablando de imanes, estas personas desencadenan un "efecto atracción".

Lo que ocurre con las emociones humanas es que son increíblemente contagiosas; la alegría como la tristeza se transmiten con gran facilidad. Pero mientras la primera es salud para las personas, la segunda es un debilitador nato que, prolongado en el tiempo, mina nuestras fuerzas y nos hace inseguros y vulnerables. Las dos clases de personas están "acostumbradas" a vivir con su forma de ser, o bien se resignan o disfrutan de sí mismos. Lo duro es cuando se produce una transformación que convierte al ser más alegre en el más desdichado. En sentido inverso, la transformación no es un problema, sino una suerte inmensa. Y aunque para muchos parezca imposible experimentarla, no lo es. Con la mediación del "mindfullness", todo se puede lograr.

 Cortometraje "Hay dos clases de personas"

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