domingo, 7 de diciembre de 2014

Las 6 dimensiones del optimismo

"Sólo existen dos formas de ver la vida: una, como si nada fuera un milagro; la otra, como si todo lo fuera". El mismísimo Albert Einstein, uno de los científicos más brillantes de todos los tiempos es el responsable de esta afirmación. Y es que la vida, a pesar de los malos momentos, las decepciones y las pérdidas a las que tenemos que enfrentarnos, es maravillosa. Así, al menos, es como la entiende un optimista vital. Veamos cuales son sus características, extraidas directamente del libro "Poderosa mente" de Bernabé Tierno.

El psicólogo Carol Ryff definió hace unos años las seis dimensiones que caracterizan a una persona psicológicamente saludable. La primera dimensión hace referencia al control ambiental. Lo primero que siente y vive un optimista vital es que está "al mando de su vida", que es competente y capaz de crear su propio estado mental, su actitud y forma de encarar las circunstancias.
La segunda dimensión se relaciona con el crecimiento personal; la sensación de verse a uno mismo en constante evolución positiva, progresando, ilusionado con nuevas experiencias. La segunda característica del optimista vital es que se siente feliz y realizado porque su vida tiene un sentido.
La tercera dimensión se refiere al propósito en la vida, saber lo que se quiere y, al mismo tiempo, "saberse" resilente. Un optimista vital es una persona con aguante, preparada para todo.
La cuarta dimensión es la relativa a la autonomía, el poder para organizar la vida con libertad, el poder de crearse a uno mismo a cada instante.
La quinta dimensión tiene que ver con la autoaceptación, la actitud positiva frente a lo que venga. La persona se quiere y se valora como es y siente la serenidad tranquilizadora de decirse a sí mismo "Todo está bien. Acepto de buen grado lo que tenga que ser. Soy feliz".
La sexta y última dimensión, se asocia al altruismo. Esta dimensión tiene un carácter espiritual, generoso y se caracteriza por la necesidad de compartir a todos los niveles. Un optimista vital comparte su alegría, sus descubrimientos; en definitiva, su vida.

No es fácil ser un optimista vital en esta sociedad; es probable que, el que ponga en práctica la teoría de las seis dimensiones, se sienta a veces incomprendido. Lo primero que la gente pensará de un optimista vital (que pretende llevar las riendas de su vida) es que se trata de una persona que desoye los consejos, "pasa de todo" y hace lo que le da la gana. A continuación, se tachará al optimista vital, en su búsqueda de plenitud, de iluso e insatisfecho, de persona que "mucho abarca y poco aprieta". Seguidamente, del optimista vital (que persigue su ideal) se dirá que "pierde el tiempo con imposibles", que "lo que hace no obedece a ningún orden". Del optimista vital que defiende su autonomía, la gente pensará que es un inadaptado, que está fuera del sistema e incluso, fuera de sus cabales. Igualmente, se le tachará de persona complaciente e inconsciente; por estar el optimista vital muy seguro de sí mismo y pensar única y exclusivamente en el momento presente. Por último, al optimista vital, la mayoría de la gente lo identificará con un "pobre tonto fácil de engañar", con "una persona que a todos quiere contentar", cuando lo que realmente le caracteriza es la necesidad de dar.

A modo de conclusión, os diré que ser un optimista vital implica a veces, ser un "inadaptado" social. Adorar a la gente, aunque a veces nos tilden de "bichos raros". Que nos llamen locos y congratularnos de ello. Sentirnos orgullosos de nuestros fallos y promulgar lo que hacemos mal, decir que somos imperfectos, ir en contra de lo establecido, no preocuparse por el qué dirán. Todo ello merece la pena cuando se trata de alcanzar la felicidad. Al optimista vital, en última instancia, la gente le dirá "como tú, no hay otro igual".

No hay comentarios:

Publicar un comentario