lunes, 9 de marzo de 2015

Confesiones de una mujer enamorada. 2ª parte

Cuando estoy con él, paso de la risa al llanto en un instante. Siento tanto que no soy capaz de expresarlo, me faltan las palabras. A él le apena verme llorar; le digo que la alegría es el origen de mis lágrimas. En esos momentos, me abraza fuerte, me recuerda que siempre estará conmigo y mi corazón retoma la calma. Él me da tranquilidad, es mi "remanso de paz", el lugar donde nada me falta.

Cuando duermo a su lado, nada temo; me acurruco entre sus brazos y del mundo me protejo. Él vela mi sueño; a veces, lo asusto sin quererlo. Él me lleva a la cama, me tapa y me desea "dulces sueños". Él me regala caricias tiernas, me aparta el pelo de la cara y me hace cosquillas con su barba. Él se angustia si no duermo; le inquietan mis espasmos, mis gruñidos nocturnos, mis malos sueños.

Cuando me despido de él, pienso cuando volveremos a vernos. Me digo, que pase un tiempo; me resulta imposible, solo deseo estar con él y querernos. Cuando leo algo curioso, cuando escucho una canción, cuando hago cualquier cosa, es de él de quien me acuerdo. Cuando le escribo, tengo la sensación de que le leo la mente (y él a mi); pregunto y también respondo.

Cuando echo la vista atrás y pienso como he llegado a este punto, me doy cuenta de que no es de ahora, nació mucho antes, esto que siento. Cuando pienso en el camino recorrido hasta encontrarlo, creo que ha valido la pena, aún lleno de sufrimiento. Él borra mis malos recuerdos, solo tiene buenos deseos. Él me ayuda a cumplir mis sueños. Con él viajé en tren, en barco; y ahora, con él vuelo.

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