miércoles, 18 de junio de 2014

Bares que lugares...

Tan gratos para conversar... Eso decía Gabinete Caligari en su célebre canción. Y es que los bares son el mejor sitio del mundo para hacer amigos; empezar hablando del tiempo o de la huelga de basura y, después de unas copas de más, acabar contando nuestra vida a cualquier "desconocido" o al camarero, al que por suerte o por desgracia, no le queda otro remedio que escucharnos. Todo mi respeto a esas personas que, sin tener la carrera ni "pluses" en el sueldo por tal labor, ejercen de psicólogos en no pocas ocasiones; al tiempo que manejan la bandeja con suma maestría, habilidad que os confesaré no fui capaz de adquirir en mi breve coqueteo con la hostelería.

Y por qué la gente va a los bares? Parece una perogrullada; a beber, pensaréis vosotros. Una respuesta certera, sin duda. Sin embargo, el objetivo último de la gente cuando acude a los bares, no es otro que el de socializarse. En ellos, nos reunimos para ver el fútbol mientras tomamos cañas, nos hacemos confesiones mientras saboreamos un buen café o tenemos nuestras primeras citas (son sitios públicos en los que nos sentimos seguros). Me pregunto cuántas relaciones habrán empezado con la frase "A esta, invito yo".

Bares los hay de muchos tipos, desde los más "cool" a los más "enxebres". Algunos son temáticos, otros directamente carecen de decoración. En algunos ponen buena música; otros, no tienen hilo musical. En unos, nos sirven en copa y en otros, en "cunca". En algunos bares, se juega a los dardos o al billar y en otros, al dominó o las cartas. En algunos bares, hay gente muy arreglada tras la barra; en otros, los que nos atienden, están en bata y zapatillas. Esos son los que a mí me gustan; pues son los que frecuentan los "personajes" de mis historias. 

Y es que no hay nada mejor que los típicos bares de pueblo. Hablo del Bar Severino de Trasalba (regentado por el "Misto") como podría hablar de cualquier otro bar del rural gallego. Con sus gritos y sus colillas en el suelo (en ellos, por supuesto, no se aplica la ley antitabaco). Con sus partidas de tute y subastado. Con sus baños no adaptados a minusválidos. Con su futbolín de monedas de 25 pesetas. Con su más bien reducida oferta de patatas y gominolas (cuidado con la fecha de caducidad). Con sus periódicos abiertos en la sección de esquelas. Y, por supuesto, con señores a la puerta (con sus gorras de publicidad de fertilizantes, carpinterías, etc.) que reciben a todos aquellos que no conocen con una sentencia clara y sencilla... "Tu de aquí non eres". Aunque no es normativo, así se dice en Ourense.

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