domingo, 8 de junio de 2014

Quem não arrisca, não petisca

Echo mano hoy de un refrán portugués, para compartir con vosotros una reflexión que hace tiempo me da vueltas a la cabeza. Y que ilustra a la perfección la idea de que las oportunidades en la vida no son fruto del azar, sino de la búsqueda activa que llevan a cabo algunas personas. Para encontrarlas (y así "reussir"), es imprescindible vencer a dos grandes enemigos que se interponen en nuestro camino hacia el triunfo, la procrastinación y el miedo al fracaso o al qué dirán. Pues, efectivamente, la buena suerte puede cultivarse.

Para aquellos que no estéis familiarizados con el término, empezaré por explicar en qué consiste la procrastinación; el hábito que tenemos las personas de aplazar las tareas que debemos hacer, ya sea por pereza o falta de motivación. Por otra parte, una de las claves del éxito en la vida es la capacidad para transformar lo potencial en real. Pues bien, teniendo en cuenta lo efímera que es, no debemos desperdiciar el tiempo; hemos de ponernos manos a la obra en lo que atañe a la materialización de nuestros planes y sueños; poniendo en práctica eso de "no dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy". Sea esto un proyecto que llevamos tiempo deseando realizar o aquello que no nos atrevemos a decir a esa persona especial.

Si bien es cierto que el miedo (y la respuesta de estrés que subyace a este) es lo que nos mantiene con vida; para muchas personas, se convierte en una traba fundamental de cara a la consecución de sus metas. El principal problema, en este caso, es el miedo a no cumplir ciertas expectativas, ya sean propias o de los demás, lo que entraña un alto riesgo de frustración. Lo más recomendable, en este caso, es olvidarnos de ellas (diferenciar de proyectos y ambiciones vitales que es imprescindible tener); pues de esta manera, cualquier logro por pequeño que sea resultará muy gratificante. Además del miedo al fracaso, hemos de lidiar con el miedo al qué dirán. Porque lo fácil a este respecto es ser igual a la mayoría y no, diferente. No debemos olvidar cuántos genios de nuestra época y de otras son o han sido tildados de "locos" o "raros".

Las personas con buena suerte, en todo caso, son personas que se arriesgan; viven el presente y no temen equivocarse, pues no conciben el fracaso como tal, sino como una experiencia de la que aprender y fortalecerse. Las personas con buena suerte crean nuevas posibilidades, y lo hacen al abandonar sus círculos de comodidad. Las personas con buena suerte, toman  decisiones de forma intuitiva o dicho de otra forma, dejan que su cerebro relacione elementos aparentemente dispares (no quiere decir tampoco que no reflexionen). Las personas con buena suerte miran las cosas desde un punto de vista optimista, creen que les van a pasar cosas buenas y en la búsqueda de estas es en lo que se centran.

El éxito y la buena suerte, por tanto, no nos vienen dados, tenemos que buscarlos. Y como me gusta decir siempre, "todo el que busca, al final encuentra".

No hay comentarios:

Publicar un comentario