viernes, 10 de octubre de 2014

50 cm

Algo que siempre me ha llamado la atencíón es como actuamos cuando otra persona "invade" nuestro espacio vital; pudiendo reaccionar bien o mal dependiendo de las circunstancias (y del nivel de alcoholemia). Pues bien, está demostrado que existe una distancia crítica, sobrepasada la cual, nuestros argumentos verbales se vienen abajo y nos movemos en el terreno de lo no verbal; esa distancia es de 50 centímetros. La ciencia que estudia este concepto se denomina proxémica, por cierto (yo, que soy fan de los "palabros").

Como todos sabéis, la distancia que guardan dos personas cuando interactuan se relaciona con su nivel de afinidad. A medida que aumenta esta, el espacio entre ambas se acorta. Pasamos de la sola comunicación verbal; a la combinación de ambas, verbal y no verbal. Por otra parte, conocer los límites a los que podemos acercarnos, nos permite ser más asertivos a la hora de comunicarnos. Profundizaré en adelante en esta cuestión; yendo de más a menos, de extraños a personas de confianza.

En primer lugar, existe la llamada distancia pública,de tres metros en adelante; es la que empleamos para comunicarnos con grupos de personas (extraños) utilizando por norma general un tono de voz elevado. A continuación, está la distancia social, entre uno y tres metros, la que guardamos con alguien que hemos visto unas cuantas veces y que, todavía no adscribimos a nuestros conocidos. Con estos últimos, empleamos la distancia personal, de entre 50 centímetros y un metro, o lo que es lo mismo la longitud de un brazo. Por último, está la distancia íntima, menos de 50 centímetros, que reservamos para personas de confianza y que nos permite emplear otros recursos comunicativos además del habla, como por ejemplo el tacto; cuando la voz se convierte en susurro.

La distancia íntima es, a mi modo de ver, la más compleja de todas; el espacio más pequeño donde más cosas ocurren. Nuestros argumentos se desmoronan cuando alguien se nos acerca más de la cuenta. Entonces, notamos su aliento, oimos su corazón y acaba por nublársenos el juicio. No podemos pensar con claridad y en ocasiones, hacemos cosas que un segundo antes, porfiamos no hacer.

Lo hemos visto cientos de veces en las películas; como ella no deja de hablar y a él, no se le ocurre otra cosa que hacer para que se calle, que besarla. No es un cliché, es cierto como la vida misma. Cuando sobrepasamos esos 50 centímetros, las palabras sobran; es más, estorban. Valoramos los silencios, los segundos que transcurren entre beso y beso, las caricias, las respiraciones. Algo maravilloso, un privilegio que concedemos sólo a unos pocos.

1 comentario:

  1. Xenial coma sempre. Eu engadiría un termo a definición das diferentes distancias. E é o termo cultural. Depende de que na sociedade nos atopemos, creo que as distancias poden variar, mantendose por suposto as diferentes definicións como ti ben describes.

    ResponderEliminar