jueves, 2 de octubre de 2014

Gracias mamá

Llegar a casa, tener ganas de un colacao y no poder tomarlo porque no nos queda leche en la nevera (no poder comprarla porque a esas horas el super está cerrado). Vestirse por la mañana y darse cuenta de que no tenemos calcetines limpios porque nos hemos olvidado de poner la lavadora; sacarlos del tendal y secarlos como se pueda (en un radiador o con el secador). Querer ponerse una camisa y tomarse un tiempo (en mi caso, prolongado) para plancharla cuando tenemos prisa. Esas cosas que "mamá" hace por nosotros y que apenas valoramos; hasta que vivimos solos.

Que cómodo es volver del trabajo y tener la comida en la mesa; comer y poder reposar. Cuanto nos cuesta, cansados como llegamos a casa, ponernos a cocinar. Que cómodo es abrir el cajón de nuestro armario y verlo lleno de calcetines limpios y "dobladitos"; cogerlos y ponérnoslos. Cuanto nos cuesta hacer la colada y encontrar el calcetín que falta. Que cómodo es buscar una prenda cualquiera y encontrarla planchada, colgada y lista para ser usada. Cuanto nos cuesta encontrar qué ponernos cuando nuestros básicos están en el cubo de la ropa sucia.

Que difícil es para ella pensar todos los días "qué vamos a comer hoy"; sin repetir platos, a gusto del consumidor. Que grande es el esfuerzo que hace, levantándose temprano para comprar pescado fresco y cargando las bolsas hasta un cuarto sin ascensor. Cuanto tiempo invierte en separar las prendas por colores. Como son los dolores de espalda que sufre por tener tanta plancha. Cuanto sacrifica de su tiempo libre (de ocio, de lectura, de pasear) por dedicarlo a nuestras cosas; a preparar "tuppers" o coser botones. Siempre sin quejarse; sin decir nada; eso lo tenemos que averiguar.

Si todavía vives con ella; piensa en todo lo que hace por ti, dale las gracias. No seas cómodo, colabora, preocúpate porque tenga tiempo para ser feliz. Si ya no vives con ella, date cuenta de todo lo que hacía por ti y, de nuevo, dale las gracias. No pierdas la paciencia, oblígate a "aprender", libérala de ti. Indaga, pregúntale como se siente, dile "mamá, piensa en ti". Atrévete a volar y déjala ir. Porque si no se lo dices, seguirá sacrificándose, renunciando a ella misma y, esforzándose siempre porque tú (y solo tú) seas feliz. Porque las madres, simplemente, son así.

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