lunes, 14 de julio de 2014

Desmontando mitos masculinos

No todos los hombres son iguales; aunque en muchas ocasiones las mujeres así lo crean. A pesar de que existan tendencias comunes entre los miembros del género masculino (dada la combinación de biología y socialización), hay una gran cantidad de hombres, que llamaremos "distintos" al resto. Y no me refiero con ello a los hombres sensibles o románticos; a los "príncipes azules"; esta vez, iré más allá de los tópicos desgastados. La descripción que os ofrezco en adelante es fruto de años de observación y de las respuestas de algunos hombres a los que he encuestado a lo largo de mi vida. Los resultados seguramente os sorprendan.

Hay hombres que, en vez de cortejar, prefieren ser cortejados. Hartos de ser ellos quienes den el primer paso, ejecutan con maestría el juego de la seducción. Les gusta hacerse los interesantes, usar la ironía y tener siempre el control de la situación. Hay hombres que saben utilizar los dobles sentidos. Hay otros hombres a los que le gusta provocar a las mujeres, solo por el hecho de sentirse deseados, sin ningún otro propósito (en palabras de una buena amiga, "microondas"). Existen también hombres que anteponen su orgullo a sus instintos. Además, hay hombres a los que le gustan las cosas difíciles y no, que se lo den todo hecho; pues prefieren emplear su ingenio, algo que les estimule el intelecto (y no, la entrepierna).

Hay hombres a los que la cara les importa más que el cuerpo; pues se fijan en primer lugar en los ojos o la sonrisa. Hay hombres que perciben el encanto de las mujeres más allá de la sola belleza física; sumando al atractivo, el carácter o la actitud. Existen muchos hombres que prefieren el trasero a la delantera; y escogen antes un legging ajustado que una minifalda. Hay hombres a los que le gustan las mujeres sin curvas; y muchos, que prefieren a las morenas en vez de a las rubias. Hay hombres que emplean piropos elaborados y no, los clásicos de siempre. Mis favoritos, los que atañen a los dientes.

Aunque cueste creerlo, los hombres dedican tiempo a pensar en las relaciones; otra cosa es que lo reconozcan. Hay hombres que se preocupan de cómo sus acciones repercuten en los demás; hombres que piensan antes de actuar. Hay hombres que usan la cabeza; hombres que manejan las situaciones difíciles con delicadeza. Pero si algo he aprendido, sin embargo, es que la mayoría de hombres no son tan simples como nos quieren hacer creer. Más bien todo lo contrario. Son seres tremendamente complejos, incapaces en muchas ocasiones de entenderse a sí mismos. Aunque a este nivel, las mujeres ganan la batalla.

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