martes, 15 de julio de 2014

Esa cobardía de mi amor por ella...

Así lo cantaba Chiquetete, icono de la música gitana al que me gusta escuchar de vez en cuando. Y es que uno de los valores más arraigados del pueblo gitano es el del honor que, desgraciadamente, ha caido en desuso en el mundo en que vivimos. Las personas ya no saben lo que es la lealtad; o lo que es lo mismo, asumir las responsabilidades de sus actos frente a terceros. Ser valientes, dar la cara y explicar sus sentimientos frente a frente. En este caso, me centraré en el hábito masculino (por lo que parece bastante común) de acabar con una relación a través de Whatssap o mensaje de texto. Ni siquiera una llamada telefónica. La calidez de la voz sustituída por la implacable frialdad de una pantalla.

Lo mejor de hacer las cosas de forma correcta es la sensación de poder ir por ahí con la cabeza bien alta, sin remordimientos. Cuando expulsamos a alguien de nuestra vida, no le damos la oportunidad de reprocharnos nada. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que, aunque dicha persona desaparezca y no volvamos a verla, el cargo de conciencia por no haber hecho las cosas como deberíamos, persiste. Y eso es algo que nos acompaña siempre; una carga muy pesada para llevar a nuestras espaldas. Aunque también los hay que carecen de escrúpulos y esto, les resulta indiferente. Con ello no quiero decir que no podamos equivocarnos o cambiar de opinión, ni mucho menos. Así somos los humanos de impredecibles. La diferencia, por tanto, radica en cómo lo gestionamos; siendo egoístas y pensando únicamente en nosotros mismos o solícitos, poniéndonos en la piel del otro para intentar así minimizar el daño.

Algo que he pensado siempre es, que el hecho de no atreverse a dar la cara y esconderse tras un teléfono, implica ser consciente de que se ha hecho algo mal. Y lo que es peor, ser incapaz de reconocerlo, mirando al otro a los ojos. Cuando nos comprometemos con alguien, firmamos un contrato de lealtad con esa persona. No hablo únicamente de fidelidad; sino de la responsabilidad que asumimos para con el otro. La responsabilidad, en este caso, de decirle frente a frente que ya no la queremos en nuestra vida o que hemos dejado de sentir lo mismo si esto sucede. Son cosas que pasan y hemos de normalizarlas, porque hablando se entiende la gente. Y yo creo que si hemos querido a alguien de verdad, eso se lo debemos.

En este punto, la lógica de mi razonamiento me lleva a pensar que quien obra de esta manera, no se preocupa en absoluto por el otro (o incluso que nunca lo ha querido). Pues si lo hubiese hecho, no asumiría semejante actitud. A pesar de ello, conservo la esperanza; entiendo que los hombres no le dan tanta importancia a este tipo de cosas y no obran con intención de hacer daño. Lo que sí me gustaría, es que los hombres entendiesen a su vez, cómo estos actos afectan a las mujeres; haciendo que se cuestionen sentimientos pasados o lo que es peor, sumiéndolas en un profundo dolor.

A modo de conclusión, añadiré algo. Nuestros sentimientos cambian y a ellos debemos ser fieles; pero debemos igualmente actuar de forma empática, teniendo en cuenta los de los demás. Porque hacer bien las cosas no cuesta nada. Y al final, todos nos sentimos mejor.

2 comentarios:

  1. Boa entrada, sen dúbida. Comparto a túa opinión en certa maneira e compréndoa dende o teu punto de vista da muller. Falas como muller e neste caso como muller heterosexual para cos homes. Eu penso coma ti, está claro, dende o meu punto de vista masculino, e engadiría algo máis: quen non ten xa non a valentía, posto que os valentes son un pouco o invento do aparato idelóxico dun estado para crear heroes que morran pola súa patria, se non a dignidade de falar as cousas á cara é pouco merecedor de respeto. Eu no meu caso cando quixen facer práctica da rotura de calqueira tipo de contrato fíxeno á cara sempre que a persoa non perdera o respeto e cariño pola miña parte antes incluso de deixala marchar, e comigo fíxose por teléfono en certo tipo de contratos (do que lembro, tanto un home coma unha muller por distintos motivos) e máis adiante tiven que facelo, sentara mellor ou peor pero seguino (e seguireino) facendo inda que hoxe por hoxe non me vin na tesitura de facelo porque non adquirín nin engadín certas cláusulas aos meus contratos coas persoas do meu arredor, tal e como citas ao longo da entrada. Ou polo menos que eu saiba Para min esos contratos de responsabilidade van no pack e non son negociables pero logo as cláusulas intrínsecas cada un redáctaas ao seu gusto. O problema radica cando non son consensuadas e aparecen os malentendidos. Nese caso deberían ser firmadas por ambas partes e ser conscientes.

    Unha aperta Eva

    ResponderEliminar
  2. Como siempre muy interesante tu aportación!!! Gracias por darme otro punto de vista! :)

    ResponderEliminar