domingo, 6 de julio de 2014

Diario de... Gay Pride

1000 kilómetros, 12 horas en autobús, pitidos en los oidos y un profundo cansancio. El precio a pagar por acudir a una de las celebraciones más multitudinarias y emblemáticas de nuestro país, el Orgullo Gay de Madrid. Una experiencia increíble, unos festejos altamente recomendables. Locales y extranjeros, banderas de colores, estilismos imposibles, tecno a todo volumen, famosos en carrozas, escaparate de hombres y, ante todo, buen rollo en el ambiente. La vida en la capital se detiene para recordarnos que "Amar no es delito", uno de los eslogans más aclamados durante desfile y manifestación (y uno de mis preferidos).

Viaje de ida. Compañero de asiento, joven en chándal mirando de reojo la revista In touch que porto entre mis manos (alto interés en el "bikinazo" de portada). Conversación "en clave" con su novia, sin percatarse de que soy consciente de que se refiere a mí. Foto tierna de pareja en su móvil. Qué bonito es el amor.
Parada estratégica en Villalpando (provincia de Zamora). Primer travesti en los baños. Pánico en el túnel de Guadarrama (que se lo digan a Stallone). Tráfico en Las Rozas. Pasajera enajenada hablando por el móvil. Desembarco en la estación. Calor en el cercanías. Un par de cañas en una terracita y un paseo nocturno por Carabanchel (el barrio de Manolito Gafotas, por si no lo recordáis).

Jornada de festejos. Por la mañana, rastreo de tiendas de segunda mano en busca de customización. Gangas increíbles. El bulle bulle del barrio. Señores que dicen "por ahí mismo, maja". El madrileño de a pie. Por la tarde, lleno general. De Atocha hasta Colón, Madrid se viste de color. Purpurina, pestañas postizas, pelucas, cuero; ningún tipo de pudor. Percusión y catarsis general. Besos en el aire, gestos cómplices y fotos por doquier. Cero complejos, semidesnudos y desnudos. Cuerpos esculturales y también poco estructurados. Guiños de ojos y juegos de confusión. Heteros infiltrados, heteros "acechados". Momentos de peligro y mujeres a modo de salvoconducto. Love is in the air.

Viaje de vuelta. Compañero de asiento, venerable anciano burgalés con el que intercambio impresiones de fin de semana (alto interés en mis ocupaciones). Yo le digo... "tengo muchas ganas de ver la catedral de Burgos, dicen que es muy bonita", a lo que responde... "eso dicen, aunque yo no soy mucho de misa ni de curas". Reprimo una carcajada. Tierna despedida de su sobrina. Repito, qué bonito es el amor.
Regreso en autobús, viajando con ALSA everywhere. Anamnesis general. Balance de la experiencia. Vuelta a la realidad. Mañana hay que trabajar. Recibo un sms que me hace sonreír. Arrastro los pies y me retiro a descansar. Muy ORGULLOSA, eso sí.

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