viernes, 19 de septiembre de 2014

150 personas: aprendiendo a filtrar

Os imagináis a qué hace referencia esta cifra? Antropólogos, seguidores de Redes y algún que otro curioso, seguro que sí. Se trata del número de Dunbar, esto es, el número máximo de individuos con los que una persona cualquiera puede mantener una relación estable, estando este límite definido por el tamaño del neocórtex cerebral. Inclúyanse en este grupo, familia, amigos, compañeros de trabajo y otros conocidos. Somos incapaces, por tanto, de relacionarnos de forma "eficaz" con más de 150 personas; nuestro cerebro "simplemente" no puede más. Y no somos los únicos, a otros primates les pasa lo mismo.

Pues bien. Teniendo en cuenta que hay un número máximo de relaciones que podemos manejar, no debe importarnos tanto ampliar nuestro círculo social; sino, más bien, cuidar el que tenemos. "Lo que prima es la calidad y no, la cantidad". No quiere decir esto, por otra parte, que nos neguemos a conocer gente a lo largo de nuestra vida; pero sí, que a la hora de invertir nuestro tiempo y neuronas en alguien, ese alguien merezca realmente la pena (pues ocupará un lugar privilegiado en nuestro "espacio" mental); lo que yo llamo, "filtrar". Intentaré explicároslo.

Llega un momento en la vida en que nos volvemos selectivos a la hora de establecer relaciones sociales; supongo, que se debe a que nuestro cerebro ya tiene acumulado un determinado "background", quedando cada vez menos espacio disponible para "archivar" a alguien más. El efecto filtro se hace patente en nuestro día a día; cuando no estamos dispuestos a perder el tiempo con una persona que nada nos tiene que aportar. No es egoísmo, es ahorrar. No nos sirve cualquiera, queremos algo más. A la hora de relacionarnos, buscamos personas interesantes, con inquietudes, que tengan historias que contar. Desterramos, por tanto, de nuestro "mercado" social a personas aburridas, sin inquietudes, sin historias que contar.

Dice Wikipedia... "Las redes sociales amplían los límites del social grooming permitiendo, por ejemplo, que felicitemos el cumpleaños o enviemos un tuit sobre lo que estamos haciendo a cualquiera sin mucho esfuerzo (...) en ningún cumpleaños, o evento importante para nosotros como un cambio de trabajo, nos había llegado a felicitar tanta gente. No es que seamos más populares o más queridos que el año anterior, es simplemente que la red social lo recuerda, y disminuye el esfuerzo necesario para llevar a cabo esa tarea social, hasta convertirlo en un simple click". Es lo que tiene la comodidad.

Digo yo...  "Las personas que verdaderamente forman parte de nuestro círculo social; por las que nos preocupamos, a las que queremos, hacen el "esfuerzo" de desplazarse para vernos; no les importa gastarse el dinero en un mensaje o una llamada para felicitarnos; se acuerdan de nosotros en los buenos, pero también en los malos momentos (sobretodo en esos, cuando las necesitamos). No se paran a pensar en los pequeños "sacrificios" que hacen por nosotros; la alegría de tenernos a su lado, simplemente les puede más". Es lo que tiene la amistad.

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