jueves, 25 de septiembre de 2014

26 añitos

De un tiempo para acá, he empezado a notar los efectos de la edad. Rememorar viejos tiempos, asumir responsabilidades y en ciertas ocasiones, renunciar a algunos de nuestros sueños. Muchos pensaréis que los que todavía estamos en la veintena, no tenemos ningún derecho a quejarnos, y es verdad. Sin embargo, los veintiseis años constituyen una edad clave; cuando superamos el cuarto de siglo y empezamos a redondear "por exceso", acercándonos "peligrosamente" a la treintena. 

Cuando cumplimos los veintiseis, ya no tenemos derecho al "carné joven", decimos adíós a los descuentos en los viajes de tren ("bienvenido a la edad adulta"). Cuando cumplimos los veintiseis, nos cobran por las tarjetas de crédito (para lo demás, "Mastercard") y se nos secan los codos. Cuando cumplimos los veintiseis, empezamos a pensar qué queremos hacer realmente con nuestras vidas. Por normal general, estamos cansados de estudiar; y lo que queremos es trabajar. Volvemos la vista atrás; pensamos qué habrá sido de nuestros compañeros del colegio o cómo les irá a los de la universidad.

Cuando cumplimos los veintiseis, empezamos a relacionarnos con otro tipo de personas; disfutamos de una buena conversación y una cerveza. Cuando cumplimos los veintiseis, vemos como muchos de nuestros amigos se casan, se van a vivir con sus parejas o planean aumentar la familia. Cuando cumplimos los veintiseis, nuestro cuerpo ya no resiste las juergas de antaño; y necesitamos dormir para poder rendir (decimos adiós al "renganche"). Cuando cumplimos los veintiseis, nos aficcionamos al "gintonic". Cuando cumplimos los veintiseis, nos volvemos "más formales".

Cuando cumplimos los veintiseis, obviamente, seguimos siendo jóvenes; nos queda mucho por vivir y por hacer. Sin embargo, es precisamente en ese momento, cuando tomamos conciencia de ello; hacemos balance del pasado y proyectamos el futuro con cierto nivel de escepticismo ("Yo, antes de los 30 quiero..."). En todo caso, estamos preparados para afrontar los cambios de nuestra vida. De acuerdo con la línea de mis manos, uno importante tendrá lugar en la mía; un cambio convulso, un giro de 360 grados. Al menos eso es lo que me han dicho; yo no sé de quiromancia.

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